Ana de la Reguera y su nueva serie: cómo una crisis creativa fue su salvación

Personajes

La actriz, que estrena la segunda parte de su serie autobiográfica, Ana, reescribe su historia personal y profesional en una comedia en la que no teme reírse de sí misma y perderse para encontrar el camino correcto.

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Es divertido ver cómo Ana de la Reguera quien produce, escribe y dirige su serie autobiográfica, Ana, sabe reírse de sí misma y de su propia industria

Para Ana de la Reguera la creación de su serie autobiográfica, Ana, ha sido todo un proceso emocional, psicológico, físico y hasta de catarsis y rompimiento. Aunque uno que ha ido superando poco a poco y del que ya se siente más en control y en paz.

Hace siete años, la actriz, que vivía ya en Los Ángeles, pasó por muchas cosas en el mismo año: quiebra con su mamá, con quien era completamente pegada, y estaba pasando por un mal momento tanto personal como profesional, pues no le estaban ofreciendo los papeles que ella quería.

Entonces, admite, la idea del programa nace de una necesidad artística, que posteriormente se convirtió en una psicológica, de contar lo que le estaba pasando. De esa adolescencia tardía que estaba viviendo y de la que, ahora con la segunda temporada que se estrenó en Prime Video, se siente mucho más relajada tras los aprendizajes de la primera. “En esta segunda ya sabía en qué me había equivocado y qué podía mejorar. Nada puede ser perfecto, pero es parte de la magia, sentirme con más confianza para saber qué era lo que realmente quería decir. Había veces en las que no sabía si tenía la razón o si estaba loca, y ahora ya pude decir: ‘Hay que jugárnosla todo’, confiesa.

Y esa magia la vemos en esta segunda entrega, donde la Ana de la vida real y la de la ficción está mucho más relajada, mucho menos propensa a ese switch inmediato del que todos padecemos cuando nos cuestionamos a partir del exterior. Es divertido ver cómo la actriz, quien produce, escribe y dirige este proyecto (y quien ya incluso grabó la tercera temporada), sabe reírse de sí misma y de su propia industria. La vemos en su papel como una actriz consagrada que sigue teniendo crisis de identidad, para darse cuenta de que tal vez nunca terminan y que está bien, que el proceso de búsqueda simplemente no termina.

Para Ana esta serie no solo le ha implicado atreverse a producir y hacer cosas a las que nunca se había aventurado, sino que ha sido una experiencia de vida que le ha permitido verla en perspectiva y aprender de ella al encararla hacia la ficción. En esta segunda temporada, “Ana se cae y no se sabe encontrar, es un desmadre, pero es muy divertido”, revela la actriz como quien ya se dio cuenta de que todo está en el proceso, en el camino, y en disfrutarlo aun con sus crisis e incertidumbres.

Es la historia real y en la pantalla de alguien que superó su miedo a perderse para encontrarse nuevamente.

¿Qué se vuelve más claro para ti, tras la primera temporada, en la construcción de tu personaje?

El cómo contar la historia y a mi personaje... Yo tenía mucho miedo en la primera temporada de que a la gente no le cayera bien porque Ana hace muchas cosas mal. Entonces, cuando ya pasas más tiempo con el papel, empatizas con él y estás más relajada, todo resulta mucho más fácil para poder contar esta historia.

¿Dirías que este es un papel que hubieras querido que un director te ofreciera?

La idea de la serie surgió también justamente porque me estaban ofreciendo un papel que quería, que sentía que estaba escrito para mí y que lo iba a hacer increíble. Estuve haciendo castings y callbacks, y al final, en el último momento, no me lo dieron. Eso se agregó a esa ecuación de mi crisis... Pero fue lo mejor que me pudo haber pasado porque de lo contrario nunca hubiera hecho esta serie. Y ese show lo sacaron y fue un fracaso, y yo pensaba que sería un hitazo... Yo estaba deprimida y no tuvo mayor relevancia.

Es una situación por la que todos pasamos o pasaremos en cierto momento: el cómo transformar una situación en algo mejor.

Yo agradezco que me haya pasado eso. Fueron un par de años que no trabajé mucho y que decía: “Dios mío, ya quiero estar en un set”. No estaba satisfecha y quería seguir teniendo relevancia en lo que hago, no quedarme dormida en mis laureles ni cómoda. Fue un estirar la liga para poderme reinventar, y al final fue lo mejor que me pudo haber pasado. De los momentos difíciles de nuestra vida y profesión siempre hay que buscar sacarle partido a las crisis para poder mejorar.

Y en tu caso se trató más bien de una crisis creativa la que te hizo hacer catarsis...

Y fue mi salvación. Fue chistoso porque apenas empecé mi proyecto, en el que estaba muy enfocada, y todo empezó a salir mejor. Ya no estaba con esa necesidad de que quería que me marcaran para los papeles.  Todas estas cosas, y el hecho de estar haciendo mi propia historia, me llevaron a que no me pusiera nerviosa, a estar tranquila, a que si no me daban un papel no pasaba nada, porque yo ya estaba trabajando en esto, me divertía mucho hacerlo y porque sentía mucha pasión. Ha sido un proceso desgastante al mismo tiempo, porque han sido siete años desde que empezó y todavía no acaba, pero ha sido un crecimiento increíble.

Imagino que no debe haber sido fácil examinar tu propia vida para ponerla en la historia.

Fue como hacer psicoanálisis (ríe). Fue profundo estar en el cuarto de escritores y poner todo esto sobre mi vida ya más a detalle. A mí me sirvió poderlo hacer, porque crecí mucho al contar esta historia.

¿Qué fue lo más difícil de encarar de tu propia vida para plasmarlo en el guion?

De lo que quería hablar era de las cosas que me interesaban, de las que yo tenía también ganas de ver en la televisión; quería transmitir mi sentido del humor y hacer sentir mejor a la gente. Y mostrar que como actores vivimos exactamente lo mismo, para empatizar con el público. Toda esa parte de contar mi historia no fue difícil, al contrario, siempre estaba buscando más anécdotas que contar, pero lo más delicado fue la par- te de mi familia. El hecho de la ruptura de relación con mi mamá y llegar a un punto en la historia donde ambas pueden convivir de manera más sana. Era lo que más me tenía nerviosa...es el conflicto principal de la historia. Una cosa es contar mi vida y otra involucrar cosas de mi familia, pero ha sido súper apoyadora.

Y precisamente muestras eso... desromantizas el glamour de tu profesión y te ríes de ella.

Es que todos estamos en un trabajo porque queremos crecer y subir escalones, y para eso hay que picar piedra. En el caso de Ana, ya ha picado suficiente piedra y tiene que seguirlo haciendo y se siente atrapada porque piensa que debería estar en un mejor proyecto.Se siente atorada de por vida y eso pasa en todos lados.

Y justo esa Ana aprende que estar en una serie con rating no quiere decir que sea feliz.

Me ha tocado estar en proyectos muy exitosos, pero donde la pasas mal, y en otros que la pasas increíble y nadie lo vio. Yo ya lo que trato siempre es de centrarme cuando trabajo, si le va bien o no es lo secundario. Lo importante es poder ser feliz y vivir de lo que hacemos. Eso es lo que para mí es prioridad.

¿Te han dado ganas de explotar en un set y romperlo todo como en la serie?

¡Claro que me han dado ganas! Pero por supuesto, de ya no los aguanto. Una vez, me acuerdo, estaba en un set y sí me dieron ganas de romper todo, porque a nadie le importaba si habías ensayado, si estabas bien o si algo te había pasado; ahí éramos como máquinas de hacer pan y ya, a ese ritmo. A todos nos pasa que queremos romper todo, tirarlo por la borda, renunciar y mentar madres. Una a veces tiene fantasías sobre eso (ríe).

Pero me encanta que la Ana de la serie decide hacer lo que sea por su libertad creativa...

Eso es un poco lo que muestra la segunda temporada, de tener cuidado con lo que deseas, y que no hay nada peor que el deseo cumplido. Quieres algo mucho, de pronto lo tienes y no era como tú pensabas. Entonces eres más infeliz que antes porque pensabas que eso te iba a llenar y a dar tranquilidad y no. Luego una se siente perdida y dices: ‘¿Qué hice? ¿Hacia dónde voy?’ Y es volverte a preguntar qué está pasando en tu vida y hay que retomar el camino correcto.

Esta Ana se enfrenta a “renunciar y perderlo todo”, pero ¿qué es todo?

Es una bonita frase, que viene de un personaje más libre y joven y que no está tan amarrado como ella al qué dirán. Es preguntarte ¿qué es todo? Todo es estar bien y saludable para empezar, otra vez, a retomar el camino que perdiste porque al final a nadie le importa y uno se ahoga en un vaso de agua por no cuestionarse ¿qué es ese todo? Siempre hay que preguntárnoslo. Pero no pasa nada, a nadie le importa, nadie se fija.

Tienes ya más de 20 años de carrera... esa búsqueda de Ana se acaba en algún momento?

Sigo en ese camino sobre todo ahora que quiero seguir produciendo. Pude dirigir en la tercera temporada de la serie y ha sido algo fantástico y un crecimiento increíble, pero quiero seguirme expandiendo en otros proyectos, ya no en Ana, que ya actúen otros. El que ahora esté del otro lado me ha hecho mejor actriz. Me he vuelto más respetuosa porque sé lo que cuesta cada cosa y me fijo en cosas que antes no me importaban.

Fotografía: Diego Bigolin

Stylist: Gerardo Ángulo

Makeup: Jonathan Lule

Hair: Alfred Murillo




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  • Aracely Garza