Por la vida de María Félix pasaron muchos amores, algunos de ellos grandes personalidades como Jorge Negrete o Agustín Lara. Sin embargo, ninguno fue tan intenso y puro como el amor incondicional que le tenía a su hermano José Pablo. La Diva de México siempre fue abierta sobre el enamoramiento “platónico” que sentía por él, describiéndolo como un “incesto blanco” por la atracción física y espiritual que, según aseguró, nunca llegó a romper las reglas de la sociedad.
Era tan evidente el amor poco convencional que se tenían María Félix y su hermano que fueron separados por su familia cuando ella tenía apenas 15 años y él 17. "Mi madre se dio cuenta de que mis relaciones con Pablo no eran como las de todos mis hermanos y nos comenzó a separar. No podía estar mucho tiempo cerca de él, sentarme en sus piernas o treparme a su espalda porque ella se ponía furiosa. Los juegos que habían sido naturales en nuestra niñez ya no le gustaban”, contó María Félix a Enrique Krauze durante una entrevista.
José Pablo fue obligado a ingresar al Colegio Militar de Popotla en la Ciudad de México, donde habría de morir bajo circunstancias sospechosas.
La misteriosa muerte de José Pablo Félix
Pocos meses después de la separación de María Félix y su hermano, José Pablo murió por un tiro en la cabeza. La versión oficial señaló que se trató de un suicidio, ya que el joven sufría de una fuerte depresión. María Félix nunca aceptó esto, y afirmó toda su vida que a su hermano lo habían asesinado.
Ochenta años después, la escritora Martha Zamora descubrió unos documentos donde se revela una historia diferente a la oficial que le dio la razón a la actriz mexicana. "El médico forense describió la muerte como un 'homicidio', algo que omitieron en el acta de defunción. El papel dice además que José Pablo tenía un golpe en un ojo y un disparo en el pecho a corta distancia,” relata Zamora en su libro Heridas. Amores de Diego Rivera. Otro detalle que le llamó la atención fue el hecho de que el procurador de justicia de Distritos y Territorios Federales de ese entonces ordenara que no se le realizara una autopsia al cadáver y que éste fuera enterrado esa misma noche.
Según las propias palabras de María Félix, esta pérdida fue la más dolorosa de su vida. Le habían arrebatado a su amor más grande y así lo decía cada vez que le preguntaban. "Yo pensé en buscarme un muchacho como él, que tuviera su piel y sus ojos. Era una tontería, porque el perfume del incesto no lo tiene otro amor".