En Metepec, el arte de transformar el barro en creaciones artesanales es una tradición de generaciones, dejando en pequeñas piezas, figuras y macetas una pisca de creatividad y de mucha pasión. Alfredo Álvarez Sánchez, el séptimo hijo de ocho hermanos, es un artesano dedicado a la elaboración de árboles de la vida, nacimientos y otras piezas originales solicitadas por sus clientes.
“Cuando mis padres llegaron a Metepec vivimos en la casa de uno de los mejores artesanos, como agradecimiento, nuestros padres querían que aprendiéramos el oficio de lo que ellos hacían, mi hermano mayor se interesó y empezó a trabajar con ellos, yo era muy pequeño y en ese momento solo quería jugar como todo niño”, comentó.
A sus 13 años y tras la muerte de su madre, fue invitado por el hijo del artesano a trabajar de manera independiente junto a él. “Me enseñó a pintar, a preparar color, a desarrollarme mucho mejor y sobre todo a conocer la importancia de que el cliente se fuera satisfecho, definitivamente le empecé a tomar cariño a este trabajo, fueron cuatro años maravillosos trabajando con él”, dijo.
Sin embargo, por una devaluación económica tuvo que desprenderse del artista, pues a pesar de que siempre le brindó trabajo, Alfredo sabía la situación y de los grandes retos a los que se estaba enfrentando, principalmente el tener poco trabajo y la falta de ventas.
Pero fue hasta los 18 años cuando salió a buscar una nueva oportunidad para lograr su crecimiento personal. “Fue en ese momento cuando tomé mis papeles y entré a trabajar a una fábrica, aun con eso yo le seguía ayudando y aprendiendo más cosas”, externó. Años después, durante el 2002 Baby Creysi le abrió sus puertas para entrar a trabajar y sin duda lo impulso a crecer. “Entré como ayudante general, fui creciendo, demostrando mis habilidades y de lo que era capaz, hasta que finalmente llegué a fungir como coordinador de línea”, manifestó.
Aún con ello, nunca se desprendió del arte, convirtió esta tradición en un modo de vida que le permitía expresar sus ideas, diseños y proyectos y en sus días de descanso se ponía a crear con coloridas formas trabajos espectaculares.
“Una de mis primeras creaciones fue un árbol de mariposas con flores de un metro de altura que mi hija vendió un 28 de diciembre y que fue exportado a Holanda”, mencionó.
Para Alfredo la artesanía es parte y pieza clave de su vida, una forma de plasmar sus alegrías, momentos y esencia como persona. Algo que caracteriza principalmente a sus piezas son los detalles, la inspiración, el trabajo y el acabado tan detallado que lleva a cabo en cada una de ellas.
Proceso de elaboración
- El barro lo conseguimos en un municipio que se llama San Bartolo, son tres tipos de barro: el barro negro, el cual otorga la dureza, el barro rojo, que además de dureza aporta flexibilidad y el barro amarillo, que brinda la resistencia.
- Al comenzar a utilizarlo es importante checar que sea el color ideal, no debe tener una consistencia muy rojiza, amarilla o negra, debe estar equilibrado; de no ser así las piezas se llegan a reventar, se llegan a abrir y es importante entregarlas lo más limpias posible.
- Una vez que tenemos el barro y una buena temperatura lo empezamos a extender con un azadón, hay que golpearlo hasta que queden pequeños terroncitos y asolearlo.
- Sin humedad en el barro, se comienza a moler con un rodillo y en ese momento con un rastrillo se arrastra tanto a lo largo como a lo ancho hasta que quede un polvito. El barro grueso es para los cuerpos (el tronco, la base y los hilos) y el barro delgado (para las florecitas, las mariposas, las caritas y manos).
- El barro una vez cernido se deposita en el piso y se le vacía agua dependiendo de su cantidad, se deja actuar por unos minutos para revolverlo con las manos. Posterior a ello se hacen pequeñas bolitas para acomodarlo en un bote para que guarde su humedad y poderlo sacar cuando se vaya a trabajar.