La construcción de un personaje y la construcción de uno mismo... para un actor, en ocasiones, van de la mano, y es especialmente notorio cuando sucede. Veo la nueva serie de Alejandro Speitzer, La cabeza de Joaquín Murrieta, y es justamente lo que pienso. Y, tras platicar con él sobre ello, me queda claro que su proceso de maduración artística es un reflejo de que también ha crecido como persona.
Esta serie original de Prime Video, la mejor que ha hecho esta plataforma para México en mi opinión, nos muestra el después del Tratado de Guadalupe Hidalgo, cuando Estados Unidos anexó estados como California, Utah y Nuevo México, y que muestra lo arbitrario que puede ser un nuevo límite geográfico, así como las historias de miles de desplazados que quedaban ahora del lado de un gobierno cuya autoridad, idioma y cultura no conocían. Ahí es donde entra la figura de Joaquín Murrieta, interpretado por Juan Manuel Bernal, un personaje histórico que posteriormente inspiraría la figura de El Zorro y que, en resumidas cuentas, era una especie de Robin Hood mexicano.
Alejandro es Joaquín Carrillo, otro de los protagonistas de esta producción que, atormentado por las consecuencias de esta guerra, le permitió al actor explorar una amplia gama de emociones que no le habíamos visto interpretar.
“Fue el reto de transitar por un dolor físico y también por un dolor sentimental... es una combinación devastadora. No rodamos en orden cronológico, entonces tenía que pasar de una energía a otra y ser muy consciente de ello”, me dijo. Es una serie que le ayudó a Alejandro a indagar interrogantes como actor y como persona, y también mostrar la preparación a la que debe someterse un artista para explotar un papel al máximo.
¿Qué ha significado este proyecto?
Significa mostrar mi capacidad de lo que he venido absorbiendo durante años, todo el aprendizaje, y significa mostrarme vulnerable también. Esto es para mí un sueño... yo me soñé ahí, me soñé aquí... soñaba una historia y un personaje así. Entonces significa lo más bonito que hasta ahora me ha pasado en mi carrera.
No he tenido una pérdida de ese tamaño como la tiene mi personaje, así que trabajé muy de cerca con mis directores, a los cuales les agradezco infinitamente, y también con mi psicólogo de cabecera.
Uno no puede pararse en un set y decir: “Listo, ahora soy un tipo que siente dolor”. No. Hay que profundizar y hay que entender y cada vez trabajo más en la psicología de los personajes. Fue mucho lo que leí para entender cómo funciona la vida después de una pérdida, qué es lo que te mantiene vivo, qué es lo que te hace continuar. Ese es el camino que el personaje recorre; está en una búsqueda y no sabe qué le va a dar paz.
Es interesante porque también yo me veía en un espejo y decía: “Claro, también hay mucho de eso en mí, también puedo transitar el dolor, también tengo un montón de cuestionamientos y un montón de dudas, pero aquí sigo en el camino”. Era muy particular verlo desde afuera, creo que cada día había más cosas en las que nos parecemos en esa resiliencia y en esa empatía.
¿Cómo incorporas a tu psicólogo en tu trabajo?
Es sobre todo entender la personalidad, y para ello me manda lecturas y me cuenta casos reales porque es tanatólogo. Es curioso, porque además en ese momento estaba leyendo un libro que se ha vuelto uno de mis favoritos: La ridícula idea de no volver a verte, que tiene que ver con la pérdida, con cómo es la vida después de eso. Y que además se vuelve primordial, porque la serie, si bien muestra un hecho histórico, se centra en el lado humano de los desplazados y el tema del desarraigo.
Es algo que increíblemente el día de hoy sigue sucediendo, parece que la serie está muy lejana porque es en 1850 y no es así. Sigue habiendo xenofobia, racismo, desplazamientos... y ahora me parece mucho más cruel porque hay más acceso a la información y se sabe qué es lo que está pasando. Para mí esta historia también es un homenaje a todos los héroes que hay en México. Los mexicanos son personas que salen todos los días a buscarse la vida, siempre llevan por delante la dignidad y nadie se las va a quitar.
Increíble, para mí llevar esta historia al mundo es un verdadero orgullo y un privilegio. Que vean lo que somos capaces de producir aquí hace que se me infle el pecho. Amo México, quiero estar aquí, quiero seguir contando historias y podré ir a otros países y me la voy a pasar muy bien, pero como me dice un amigo cercano: “Uno quiere volver a los viejos lugares donde amó la vida...”, entonces así lo busco.
En Instagram publicaste una frase que dice: “Nos queda tomar responsabilidad de nuestra evolución”. Ya llevas más de 20 años en esta industria... ¿Cómo es tomar responsabilidad de tu evolución?
Ufff, no pasando por encima de nadie y siendo muy honesto con lo que uno quiere, porque eso es una forma de evolucionar. Estamos sumamente limitados porque justo la gente pone expectativas, entonces uno recorre el camino que otros quieren y creo que la única forma de evolucionar es siendo honesto contigo mismo. Tu arte solo se puede ver cuando eres libre, así que creo que esa es la forma de evolucionar.
Al ver la serie ya terminada, ¿Qué te hizo sentir orgulloso de ti?
Me da muchísimo sentimiento… llevo toda mi vida haciendo esto y esforzándome mucho. A veces está esa idea de que la gente pone expectativas y quieren ver cosas de ti… yo he luchado mucho en contra de eso y quiero hacer lo que quiero hacer. Pueden esperar cosas mías y no las van a ver porque no se le puede dar gusto a todo el mundo.
Hay una expectativa que sí me interesa, que es la mía y la cumplí. Hasta el día de hoy me da mucha satisfacción ver que, con este proyecto y en general, no hay nada que me haya guardado, di todo lo que había de mí. De eso va también nuestro trabajo, el soltar es de las cosas más complejas de la vida. Fue el verme y saber que cumplí mis expectativas, que no me guardé nada.
Fotografía: ANA HOP
Asistente: HUGO NÚÑEZ
Stylist: VÍCTOR BLANCO
Ropa: HERMÈS
Joyería: BVLGARI
Grooming: GUSTAVO BORTOLOTTI