Está por cumplir 30 años de trayectoria, sin embargo, el actor Alejandro de la Madrid aborda cada proyecto profesional como si fuera el primero.
“La verdad no se me han quitado las ganas, ni esa chispa de curiosidad y de creatividad. Recuerdo mis inicios como una época de cosas muy padres, no se me olvida casi nada, pero siempre como si hubiera sido un juego muy divertido...
"Nunca en la vida me ha pesado un llamado o una locación. Por supuesto que hay días que estoy más cansado. Hay veces que se vuelve un poco complicado, pero, ya que estoy actuando, es como estar en el patio trasero de la casa de mis papás, donde jugaba a ser actor cuando era niño. El arte siempre ha sido mi lugar seguro, mi fuente de diversión, y eso me ha durado hasta hoy”, nos dice Alejandro al comenzar nuestra conversación.
Eso ha quedado de manifiesto en proyectos tan diversos como las películas ¿Qué le dijiste a Dios? y Cuatro lunas, montajes como Los monstruos y Mamma Mía!, o series y telenovelas como El señor de los cielos, Monarca, José José, El príncipe de la canción, La lola, El juego de las llaves o Marea de pasiones, donde Alejandro ha demostrado su enorme versatilidad.
“No hablo por todos los actores, pero, en mi caso, siento que hacer siempre lo mismo y repetirse, es aburrido. Además, pienso que tenemos una responsabilidad en el mundo del entretenimiento, que es justamente darle al espectador cosas diferentes, hacer de pronto una obra musical y luego una cosa más seria, para no encasillarse...
Por ejemplo, muchos compañeros sienten que alcanzan cierto nivel y de pronto dicen que no volverán a hacer telenovelas. Y yo no lo veo así. A mí me encantan. Porque empecé así en televisión, les tengo mucho cariño y no considero que sean un reto fácil de abordar ni un género pequeño como para dejarlas de lado”, comenta.
Un actor con credibilidad
Por eso, ya sea en cine, teatro o televisión, Alejandro no repara en interpretar papeles secundarios o protagónicos, pues lo que más le importa es contar historias que resuenen entre el público.
“En mi caso, la diferencia ha sido que siempre he querido posicionarme como un actor con credibilidad. Estoy consciente de todos esos estereotipos con los que crecimos, porque yo vengo de una generación en donde los actores jóvenes teníamos que tener un cuerpo con ciertas particularidades o un bronceado en específico. Pero yo le aposté un poquito más al entrenamiento actoral y a la búsqueda de la creatividad. Eso me hizo tener una apertura mucho más grande para saber qué personajes elegir, pues estoy convencido de que no existen los papeles pequeños... Yo he tenido personajes chicos que me han enamorado. Justo ahora que vamos a estrenar Las azules, hago un personaje que fue todo un desafío, aunque sale en la serie unas cinco o seis veces nada más”, nos platica.
Sobre esta serie producida por Fernando y Billy Rovzar, ambientada en 1971 y protagonizada por Bárbara Mori, Ximena Sariñana y Natalia Téllez, Alejandro nos adelanta que se centra en la historia de un grupo de sobrecargos y que será estrenada por Apple TV.
“Fue todo un reto, pues tuve que trabajar con un coach y, solo la caracterización que me hacían, duraba tres horas... Y honestamente me siento orgulloso de que piensen en mí para hacer estas cosas, pues es un halago. Quiere decir que son papeles con cierto grado de dificultad que consideran que yo puedo hacer. Entonces, ya si mi crédito va atrás o adelante, no me preocupa demasiado... Hace poco, en un taller, nos pusieron el ejemplo de un actor español que se ganó un Goya por hacer una sola escena en una película. Por eso creo que todo depende de ti y de lo que estás buscando. Si quieres ser galán de telenovela, pasarás más tiempo en el gimnasio; si no, tendrás oportunidad de leer más libros, tomar cursos y hacer más cosas”, dice.
Y es que para Alejandro, la actuación no es lo único que importa.
“Yo no creo en que el show debe de continuar y que hay que morirse en el escenario. No comulgo con esas cosas que hemos escuchado durante tanto tiempo como un cliché. Pareciera que nuestra única condena es estar en el escenario y tener que quedarte ahí, aunque tengas un suceso familiar. Pero yo tengo una perspectiva diferente. Mi sostén es mi familia y creo que el proyecto más importante de mi vida, es mi vida misma. La carrera es un complemento que me ha llevado a vivir cosas maravillosas, pero mis prioridades son otras”, aclara.
El camino más largo
De ahí que Alejandro se sienta satisfecho con las decisiones tomadas y los logros alcanzados en estas tres décadas de trabajo.
“Quizá elegí un camino más largo, pero más contundente, firme y sólido. Al decir esto es porque se ha necesitado de mucha paciencia, pues había tiempos en donde no pasaba nada. Incluso ahora, después de venir de mucho trabajo, de pronto hay ciertas pausas en donde tienes que pensar qué quieres hacer... Sobre todo, porque hoy tiene mucho que ver el discurso personal que puedes llegar a tener y la postura que debes marcar ante ciertas cosas. Siempre es necesario pensar en lo que vas a ofrecerle a la gente y el efecto colateral que puedes llegar a producir con las cosas que haces. Y sí, a lo mejor escogí el camino más difícil, pero sin duda ha sido el más gratificante como profesional y como ser humano”, confiesa.
Siempre celoso de su vida personal, admite que ha encontrado la fórmula perfecta para no verse involucrado en escándalos.
“Siento que depende mucho de cómo te relacionas con la gente. Yo soy muy respetuoso y entonces no me gusta que me falten el respeto. No abro las puertas de mi casa, porque quiero que la gente que me rodea se sienta cómoda, y no me permito poner vulnerable a la gente que quiero jamás... Además, los actores como yo podemos resultar hasta aburridos, pues si le buscas y le rascas, seguramente vas a venir a mi casa y ver que es una casa de lo más tranquila. No soy un tipo de escándalos, porque no me gustan en mi vida. Pero es un tema que hay que trabajar mucho, con mucha terapia y mucha conciencia. Debes estar seguro de quien realmente eres y, aunque nadie estamos a salvo de vernos envueltos en alguna polémica, ojalá que mi carrera siempre sea más importante que los chismes”, señala.
En equilibrio
Lograr ese balance entre la figura pública y su vida personal no ha sido tarea sencilla, y aunque Alejandro acepta que ha atravesado por varios momentos de soledad, reconoce que es una condición que, incluso, disfruta.
“Yo me he sentido solo, pero por convicción. Y me ha parecido una de las experiencias más increíbles que una persona puede experimentar en la vida. Aprendí a meditar, a enfocarme en las cosas que realmente quería hacer y a poder estar conmigo mucho tiempo. Entonces, a mí no me ha generado un ruido de abandono, de que nadie me quiere o de que me quedo aquí sin nada que hacer. Siempre tengo algo pendiente y si no me pongo a escribir, a limpiar, a barrer, o a lo que tenga que hacer”, asegura.
¿Y como se visualiza en un futuro? Él mismo nos lo dice.
“Me gusta pensar que algún día me voy a dar un respiro de esta profesión, pero no por resentimiento o por hartazgo, sino porque solo quiero agarrar a mis perros e irme a vivir al bosque. Venir a trabajar cuando se me dé la gana y con quien me dé la gana, pero muy esporádicamente... Me gustaría estar en una comuna, con amigos cercanos, pero cada quien en su casa. Con un patio común, una terraza o algo donde nos podemos juntar a comer, platicar, echándonos un vinito, un tequilita, jugando a las cartas, leyendo un libro o meditando, en un espacio seguro de mucho cuidado... Ahí me gustaría estar hablando de la vida, de lo increíble que ha sido y de lo feliz que soy”, concluyó.