Aiko, la princesa de Japón que se queda sin trono y sin tiara

PERSONAJES

La vida de Aiko no ha sido la más cómoda para una royal, ya que el día que se quedó sin trono también se quedó sin tiara, pues su tío heredará el trono por ser hombre y, por austeridad, el gobierno de su país quitó la partida para joyas

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La princesa Aiko es la única hija del emperador Naruhito y no heredará el trono por ser mujer (Foto: Cortesía)

Aiko, princesa Toshi nació en Tokio, Japón el 1 de diciembre de 2001. Es la única hija del emperador de Japón Naruhito y de su esposa, la emperatriz Masako. Debido a la ley sálica vigente en el país, Aiko no ostenta el título de princesa heredera.

A la princesa se le dio el nombre de Aiko en una ceremonia realizada como marca la tradición del país, el séptimo día tras el nacimiento. Aiko, escrito con la letra kanji, letra utilizada también para amor y niño, se refiere a una persona que ama a los demás. También se le dio un título real, princesa Toshi, que significa "una persona que respeta a los otros". Aunque de ese nombre sería despojada en caso de contraer matrimonio con un plebeyo.

Rompiendo la tradición, el nombre de Aiko fue elegido por sus padres, bajo instancia del emperador. Fue extraído de las enseñanzas del filósofo chino Mencio, el cual dice lo siguiente: "Una persona que ama a los demás, siempre será amada por otros, y una persona que respete a otros, siempre será respetada por los demás".


ACOSO ESCOLAR


Aiko comenzó su educación formal en la Escuela Gakushūin de primaria, en Tokio, en abril de 2008. Sin embargo, en 2010 se ausentó del colegió debido al acoso escolar que sufría por parte de un grupo de compañeros. Se graduó en marzo de 2014 y el mes siguiente comenzó su enseñanza secundaria en el mismo centro, hasta graduarse a los 15 años de edad.

En junio de 2018 se reveló que la princesa asistiría durante el verano de ese año al colegio privado de Eton, para perfeccionar su inglés. En dicha institución estudiaron los príncipes Guillermo de Cambridge y Enrique de Sussex.

La princesa toca el violonchelo y practica el baloncesto, también se ocupa del perro y los dos gatos de la familia.

Actualmente, la única hija del emperador Naruhito está inscrita en la Facultad de Letras, donde se matriculó su padre en su momento, para estudiar Literatura Japonesa como asignatura principal. Inició esta nueva etapa estudiantil a sus 18 años, pero debido a la epidemia por Covid-19, como la mayoría de estudiantes del país, ha tenido que llevar las clases online en la Residencia Imperial de Akasaka.

Los funcionarios de la universidad Gakushuin han comunicado que por el momento continuarán las clases a distancia, pero que ya planean iniciar algunas clases prácticas y otras actividades con presencia física en el campus, mientras monitorean el avance de nuevos casos de Covid-19 en la capital japonesa.

La joven de 19 años de momento no tiene funciones institucionales asignadas, al encontrarse todavía estudiando.

SIN TRONO Y SIN TIARA


Desde 1947 existe en Japón la ley sálica, que otorga preferencia de sucesión al trono del Crisantemo al varón y excluye a la mujer. Con el nacimiento de la princesa Aiko y sin ningún futuro heredero varón en la familia, pues el hermano de Naruhito había sido padre de dos niñas, el gobierno japonés barajó la idea de reformar la ley de sucesión al trono, para que Aiko pudiese ser la futura emperatriz. Incluso diversas encuestas señalaron que un 84 por ciento de los japoneses se mostraron a favor de que las mujeres puedan heredar el trono.

No obstante, dicho cambio de ley se paralizó cuando en 2006 la princesa Kiko de Akishino, esposa del príncipe Fumihito, dio a luz a un varón. Tras el anuncio de abdicación del emperador Akihito en 2017, diversos parlamentarios instaron al gobierno a debatir sobre una posible reforma de la ley sucesoria, debido a la escasez de herederos. En 2019, cuando Naruhito fue entronizado, solamente el príncipe Masahito de Hitachi, el príncipe Fumihito, y el príncipe Hisahito formaban parte de la línea sucesoria.

Un portavoz del gobierno ya ha dejado muy claro que las cosas no se van a mover, y que para eso se nombró heredero a Fumihito el pasado mes de noviembre, por lo que el trono de Japón seguirá dependiendo de los hombres. Pese a que ahora mismo sólo hay tres en toda la familia.

La vida de Aiko no ha sido la más cómoda del mundo para una royal, ya que el día que se quedó sin trono también se quedó sin tiara, pues el gobierno del primer ministro Yoshihide Suga no contempló en el presupuesto de la Casa Imperial la tradicional partida de 30 millones de yenes (230.000 de euros) para las joyas con las que las princesas son agasajadas al cumplir 20 años o entrar en la familia real al casarse.

Con ese dinero, normalmente se financian un par de pendientes y una tiara a juego, casi siempre en perlas o diamantes, y en los tonos blancos que representan a la familia real. Algo que últimamente se realizaba por licitación pública: tanto Mako como Kako, las primas de la princesa, de 29 y 26 años de edad, contaron con su propia partida presupuestaria en sendos concursos, que ganaron dos joyerías centenarias: Wako (fundada en 1881) y Mikimoto (en 1893). Aiko cumple 20 años en diciembre de 2021 y sería su turno para recibir su propia tiara. Sin embargo, la Casa Imperial ha aludido a la "situación de la pandemia en Japón" para eliminar el gasto.


POCAS POSIBILIDADES


Pudiéramos pensar que la familia real pague sus joyas con el dinero que recibe para sus gastos diarios (unos 2.7 millones de euros anuales), o que Aiko pueda lucir alguna de las tiaras de la familia. Sin embargo, la primera posibilidad parece muy remota, pues el set de joyas que reciben las princesas es propiedad del Estado japonés. Es una de las condiciones establecidas en la propia Constitución de Japón, en su artículo 88: "Todas las propiedades de la Casa Imperial pertenecen al Estado. Todos los gastos de la Casa Imperial serán asignados por la Dieta en el presupuesto". Así que aquí existe un problema: es difícil meter una tiara en el concepto de gastos corrientes.

Para colmo, las princesas pierden sus tiaras en cuanto se casan fuera de la familia real. Le pasó a la exprincesa Ayako, que tuvo que dejar su tiara cuando optó por casarse con un plebeyo; y le pasará a Mako, si es que algún día le dejan casarse con el plebeyo que ha escogido (la boda lleva aplazándose casi tres años por problemas económicos). Las tiaras de las royals japonesas no les pertenecen, aunque las reciban como regalos.

El otro problema es que varias de las tiaras que ha lucido la madre de Aiko son de uso exclusivo de la emperatriz consorte y otras dos de las grandes tiaras de su familia son también exclusivas para emperatrices (la del Crisantemo y la Madreselva), y del resto hay dos agravantes: El primero es que casi todas las tiaras disponibles pertenecen a los Akishino (a la familia de su tío, el que se va a quedar el trono en vez de ella, porque es hombre), algo que supondría una humillación y un insulto añadido. La segunda es que no queda ninguna tiara que no haya sido un regalo a alguna otra princesa de menor estatus que Aiko, al cumplir los 20 años. Sería otra falta de respeto a la hija del emperador, a la que el destino y el sistema llevan machacando desde que nació.

Por otra parte, las tiaras no son la joya más importante del mundo en Japón. La tradición empezó con la modernización de la era Meiji, cuando este emperador y su mujer Haruko decidieron occidentalizarse y modernizar el país, tras varios siglos de dominio samurái, con exguerreros convertidos en burócratas.

El presupuesto asignado a las joyas ya dice bastante de su irrelevancia: el set de pendientes y tiara era, recordemos, de unos 230 mil euros, casi un 30 por ciento menos de los que puede costar un gran kimono ceremonial japonés, como los que usó Masako, madre de Aiko, tanto en su boda como en la ceremonia de entronización.

​Mira el video del cumpleaños de la princesa Aiko:

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