Sin duda, uno de los espacios que juega un papel fundamental en establecer lazos entre comunidades es la escuela. En el acontecer diario de una escuela, los padres de familia se conocen, saludan y en ocasiones conviven en el tiempo-espacio de encuentro que sucede cada mañana al llevar a sus hijos a clases. Los niños sin duda aprenden a establecer sus primeros lazos de amistad en los salones de clases (con o sin permiso del maestro). Y no podemos olvidar los miles de empleos que las escuelas brindan a personal docente y administrativo.
Desde que inició la pandemia del covid-19, la escuela como la conocemos ha revolucionado su papel de espacio de encuentro y convivencia. Desgraciadamente los encuentros físicos prácticamente se han detenido por completo con las clases a distancia. Muchos puestos de trabajo del personal escolar han sido limitados o eliminados. Las actividades deportivas para los niños y jóvenes también han sido canceladas y las convivencias entre padres de familia, maestros y alumnos han dejado de existir.
Hay grandes ejemplos de arquitectura educativa que promueve la convivencia, fomenta el encuentro y la socialización entre los usuarios. Independientemente si es un espacio para niños muy pequeños, como el Parvulario Sant Elia de Giusseppe Terragni (1937), una escuela de educación básica como la Escuela al Aire Libre de Jan Duiker (1930) o la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Sao Paulo de Joao Vilanova Artigas (1961), en ellas se proyectan espacios de interacción.
Con la educación virtual, dichos espacios dejan de ser utilizados. La escuela ahora es una recámara aislada en donde solo a través de una pantalla se convive virtualmente. Los niños pierden la oportunidad de convivir juntos, de vivir sus primeras experiencias como parte de una sociedad. Se ha perdido entonces un pilar de nuestras comunidades.
En las últimas semanas se ha hablado de la reapertura de los planteles. Existe un largo camino por recorrer antes de volver a las aulas. Hay padres de familia temerosos de volver a enviar a sus hijos al salón de clase. Personal docente ha comenzado a ser vacunado. Sin embargo, aún existe la incertidumbre respecto a las adecuadas medidas de sanidad y las posibles repercusiones en la salud de los niños y los padres de familia.
Las comunidades entonces se encuentran en un dilema. ¿Cuál será el costo social y de salud al restablecer el espacio base de la convivencia social?, ¿es sano seguir con una educación a distancia carente de espacios de encuentro?, ¿preferimos evitar contagios en planteles aún y cuando los espacios para la transferencia de conocimiento se encuentren abandonados?
Enfrentar estas cuestiones requiere de decisiones en equipo. Los actores preponderantes: instituciones privadas, gobierno y sociedad tienen una ardua tarea. El proceso no será fácil y una actitud con propósito de cada parte del equipo será vital para lograr el óptimo restablecimiento del espacio fundamental de la sana convivencia social.