Desde pequeño, Charles-Edouard mostró grandes habilidades para el dibujo. Aún y cuando su madre era una excelente pianista él no mostró gran interés en la música. Su padre era un fabricante de relojes en la ciudad de Chaux-de-Fonds en Suiza, un oficio que Charles-Edouard comenzaría a ejercer con cierto reconocimiento. Su único “maestro” en la profesión sería Charles L’Eplattenier, quien lo alejaría de los historicismos y academicismos. L´Eplattenier, al enterarse del interés de Charles por la pintura sutilmente lo disuadió a distanciarse de una “carrera mediocre”, inculcando en él la pasión por la arquitectura. Después de ser convencido por su mentor, Charles-Edouard Jeanneret comenzaría su carrera como arquitecto, poco tiempo después adoptaría el pseudónimo de Le Corbusier, el resto, es historia.
Hijo de migrantes europeos oriundos de Estonia, Isidore y su familia se asentaron en Estados Unidos a comienzos del siglo XX. De pequeño sufrió una quemadura en el rostro, además de tener un timbre de voz demasiado alto a causa de una enfermedad contraída en la infancia, lo anterior provocaría en él una profunda reclusión de sus compañeros de escuela. Siendo niño mostraría habilidad para las artes, especialmente las artes visuales y la música. En su adolescencia obtuvo una beca por sus habilidades en el piano, sin embargo, no la aceptó buscando una carrera relacionada con las artes visuales. En su último año de la preparatoria tomó un curso de historia de la arquitectura, decidiendose a estudiar esta carrera en la Universidad de Pensilvania. El niño Isidore se convertiría en el hombre Louis Kahn, un arquitecto de arquitectos, con una obra imprescindible para entender el desarrollo de esta disciplina del siglo XX.
De niño tuvo que vivir una ajetreada infancia, su padre era considerado un vividor quien tenía mucho encanto y era elocuente. Este pequeño sufrió (y heredó) la incapacidad de su padre de administrarse económicamente provocando que continuamente cambiase de ciudad de residencia. Su madre, Anna Lloyd James, aunque sin educación superior, era extravagante e inteligente. Lloyd James siempre vio en él una capacidad innata de convertirse en un gran arquitecto. En los muros de sus habitaciones acostumbraba a colgar cuadros de catedrales inglesas y lo llevaba a exposiciones afines a la materia. Oriunda de gales, y posteriormente divorciada de su esposo, esta madre mostró un amor incondicional por su hijo quien tenía regularmente un rendimiento escolar mediocre (nunca terminó la preparatoria). Además, el pequeño acostumbraba a ser solitario, teniendo como único amigo a un joven quien había perdido las piernas a causa de la polio. A sus 19 años el niño se mudó a Chicago y comienzó a trabajar en el estudio de Joseph L. Silsbee, famoso arquitecto de la ciudad. Siendo un delineante en el estudio con gran talento, pronto su carrera en solitario iniciaría, siendo una de las más volátiles, prolíficas y revolucionarias de la historia, el mundo le abría las puertas a Frank Lloyd Wright.