Sin duda uno de los más influyentes y desconocidos arquitectos holandeses es Herman Hertzberger. Nacido en Ámsterdam en 1932, se graduó de la escuela de arquitectura de la Universidad Técnica de Delft en 1958. Entre sus reconocimientos destaca la medalla de oro de la RIBA (Royal Institute of British Architects) en 2012 y el Fonds BKVB ouvre award en 2004, otorgado por la Fundación Holandesa de Artes Visuales.
Entre sus obras destacadas podemos nombrar la Escuela Montessori de Delft de 1970 y la sede de oficinas de la compañía de seguros Centraal Beheer, localizado en Apeldoorn, Holanda en 1972. Una importante obra de vivienda es la estancia para adultos mayores De Overloop, ubicada en Almere, Holanda, obra de la primera mitad de la década de los 80's.
Una importante cualidad de los edificios de Hertzberger es el sentido de comunidad que fomenta en ellos. Los espacios de encuentro espontáneo comúnmente fungen como corazón del proyecto. Además, siempre consciente del aspecto constructivo de sus proyectos, la honestidad estructural se convierte en un refinado ornamento en sus creaciones.
Volviendo al proyecto De Overloop, la crítica escrita por Peter Buchanan para la edición de abril de 1985 de The Architectural Review, menciona:
De Overloop se da cuenta de muchas nociones de comunidad. Mediante diversas estrategias intenta sacar a las personas (a veces solas y retraídas cuando llegan) de sí mismas y fomentar la interacción social espontánea. En el hall central donde se cruzan todos los recorridos, diversos espacios y actividades invitan a entrar y observar, o unirse, según el estado de ánimo o el gusto.
Hertzberger se muestra siempre consciente de la importancia de diseñar el espacio por encima de esculpir una forma. El holandés, quien continúa activo a sus más de ochenta años, recientemente ha escrito para la revista anteriormente mencionada. En su Carta a un Joven Arquitecto, el experimentado Hertzberger se muestra reacio a continuar con esa egocéntrica batalla de starchitects; declara estar cansado de todos aquellos formalismos arquitectónicos, de los edificios extremadamente altos y de esa arquitectura con esteroides que solo busca satisfacer el gusto de las más altas clases sociales.
Su lucha aboga por encontrar aquellas extraordinarias cualidades de lo ordinario. El arquitecto oriundo de los Países Bajos invita a los jóvenes arquitectos a volver a los fundamentos. Para él, los edificios deben de ser considerados instrumentos que sean capaces de adaptarse a distintas tareas en distintos periodos temporales. El espacio público que fomente el sentido de comunidad y pertenencia es de vital importancia en nuestras ciudades.
Es momento de voltear a ver distintos puntos de vista, especialmente aquellos que no son parte del apabullante mainstream media arquitectónico. Las decisiones tomadas por los arquitectos de hoy repercutirán indudablemente en los edificios y ciudades de mañana. Tomar responsabilidad de nuestro rol es indispensable hoy como nunca en nuestra búsqueda de espacios humanos y resilientes.