Amarres de Ixtle

Enric Miralles y Carme Pinós, un dúo de la arquitectura del siglo XX

Mauricio Maycotte

Las líneas superpuestas de diferentes grosores crean transparencias que son una especie de taquigrafía de la estratificación espacial de los edificios terminados de Miralles y Pinós. El ideal es el máximo de tensión con el mínimo de medios… La esperanza es que las densas agrupaciones de las ideas sobre el papel se traduzcan en una arquitectura de formas, materiales y espacios igualmente vitales.

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William Curtis, 1991


La dupla arquitectónica conformada por Enric Miralles y Carme Pinós fue sin duda una de las más controversiales y grandes colaboraciones de la arquitectura de finales del siglo XX. Asentados en Barcelona, España, comenzaron a protagonizar el discurso arquitectónico a finales de los 80's teniendo una importante producción de obras, hasta la fecha reconocida, en los 90's. Entre sus maestros se encuentran nombres como Rafael Moneo, Helio Piñón y Albert Viaplana. Su inspiración la encuentran en personajes tan variados como Jorn Utzon, Le Corbusier, Alejandro de la Sota, Konstantin Melnikov, entre otros.

Al ver la obra de Miralles/Pinós se aprecian sinuosas líneas, planos inclinados y horizontales flotantes. Es fácil caer en la tentación de llamar a su arquitectura deconstructivista, cuando en realidad existe un análisis profundo de la tensión generada por la topografía, los recorridos humanos, los puntos focales y demás fuerzas que impactan a cada uno de sus proyectos. Curtis menciona: “La idea consiste en que el nuevo edificio se articule con estas fuerzas latentes y las lleve al punto de máxima tensión, fomentando al mismo tiempo las interacciones entre las personas".

El análisis de Curtis acierta al mencionar la importancia de generar espacios de encuentro de personas, algo fundamental en la arquitectura. Si no estamos diseñando para fomentar una sana convivencia entre personas, prácticamente no estamos haciendo arquitectura. Aquellos caprichos formales tan difundidos en los medios especializados en realidad se muestran estériles al momento de generar espacios. Olvidando por completo el espíritu del lugar, la arquitectura queda prácticamente ausente entre una serie de caprichos constructivos.

Basta con mirar el Cementerio de Igualada, obra significativa del dúo Miralles/Pinós, para entender cómo la topografía, los recorridos peatonales, el misticismo y el simbolismo, convergen todos para producir arquitectura. Con gran maestría, la crudeza del concreto aparente, los muros inclinados empujando al terreno y las transiciones de luz y sombra hacia los espacios interiores subterráneos son una metáfora de la transición entre la vida y la muerte.

Justo cuando su nombre comenzaba a tomar reconocimiento internacional, sorpresivamente, en el año 2000, Enric Miralles perdería la vida, dejando inconclusa una prometedora carrera. Sus enseñanzas dejan un gran legado, un cabo suelto aún pendiente de atar.


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