Amarres de Ixtle

La crítica al espacio

Mauricio Maycotte

Mucho se comenta en pláticas de sobremesa acerca de los “grandes arquitectos” que hacen obras con formas apantallantes. Tales trabajos son principalmente utilizados como contenido de postales turísticas, en portadas de revistas, o para presumir haber dado un paseo por el exterior tal obra en redes sociales. Evidentemente la esencia de la arquitectura está olvidada en la imagen y los juicios sobre las obras son preocupantemente aceptados en general.

La arquitectura, por encima de preocuparse por una forma, debe de atender el tema de la calidad espacial. La arquitectura consiste esencialmente en diseñar esos vacíos habitables (no formas). Aún y cuando toda una serie de temas funcionales, estructurales, contextuales y demás deben considerarse al momento de proyectar, es el espacio lo que ultimadamente diseñamos. Los intersticios, transiciones, cambios de escala y ritmos espaciales son los conceptos a juzgar al momento de hacer una crítica.

Difícilmente con una fotografía se podrá juzgar una obra arquitectónica (se sabe que jurados del famoso Premio Pritzker son invitados a viajar por el mundo para conocer las obras de los nominados). Para lograr un claro entendimiento de una obra y establecer un juicio certero es necesario transitar los espacios. La experiencia del recorrido por una obra arquitectónica es fundamental para validar la crítica hacia ella.

Las obras urbanas sufren (o gozan) de los mismos juicios de valor, comúnmente superficiales. Cuando somos turistas tendemos a ver solo aquello que se nos invita a visitar, las “zonas turísticas” de la ciudad. Producto de ello las ciudades constantemente son injustamente etiquetadas. Recorrer exclusivamente aquello que ha sido maquillado para los turistas denota una crítica superficial y estéril de una metrópoli.

Existen varias maneras de apreciar la calidad del diseño de una urbe. Ejemplo de algunas son: experimentar la movilidad dentro de una zona metropolitana, caminar por las banquetas de sus zonas de mayor afluencia, sin descartar los espacios menos transitados y conocer la calidad de sus espacios públicos como parques, plazas y edificios públicos. Realizar lo último es solo el comienzo para vivir en realidad una ciudad, conocer su historia y su contexto físico es también base para entenderla.

Establecer juicios válidos sobre arquitectura o urbanismo es una labor compleja. Una serie de pláticas de sobremesa jamás serán suficientes para hacer una crítica acertada. La investigación constante y la experimentación de las obras mediante recorridos son base para el entendimiento de los espacios que estamos habitando.


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