Apuntes de Diseño y Arquitectura

Una pequeña rebanada del paraíso

Lorenzo Díaz Campos

Mi jardín es mi obra maestra más hermosa. – Claude Monet

Por siglos la ilusión de poseer un rincón del edén ha inspirado a ricos y poderosos, quienes han buscado reproducir, rediseñar e inventar una nueva versión de la naturaleza, un lugar que pretende crear un paraíso personal cercano. Los jardines, espacios milenarios, están estrechamente relacionados con la vida urbana y constantemente vinculados a la arquitectura que les da razón de ser. Todos tenemos en mente una idea estereotipada de jardín, lo cierto es que a lo largo de la historia la creación de los espacios ajardinados refleja estrechamente la visión de la sociedad y su tiempo.

Es durante el renacimiento que se conciben aquellos que influyen nuestra concepción de jardín vigente. Esos espacios geométricos y transitables donde la naturaleza es domada. Áreas verdes llenas de flores de temporada ideales para el solaz, retirados del bullicio de la vida en sociedad y aislados de todo peligro inminente.

Seguirían las aportaciones del barroco y más adelante los intereses de la ilustración, mismos que llenarían a estos de especies de todo el globo. Nacerían los jardines botánicos, verdaderas enciclopedias vivientes de la flora mundial, destinados a la realeza primero, más tarde los grandes comenzarían a formar parte de las ciudades, con los ensanches urbanos del ochocientos se comenzaría a hablar de jardines y parques públicos.

Contar con uno pequeño, contenido dentro del propio solar, se transformaría en una ambición burguesa, símbolo de riqueza y bienestar. Con el tiempo el huerto y el jardín, lejanos parientes consanguíneos, se irían distanciando entre ellos, dejando a este último como único integrante de la urbe moderna y olvidando la concepción de su origen forestal para convertirlo en colección de especies domesticadas y cuidadosamente seleccionadas de acuerdo con las modas y usos de la época.

Ahora con la llegada de la pandemia los jardines se resignificaron, los espacios abiertos plenos de naturaleza adquirieron un nuevo valor. La primavera dio paso a un ciclo completo de temporadas para traernos de nuevo al comienzo después de un año de encierro forzoso. Queda más que claro que habrá que encontrar nuevas maneras de acercarnos al origen y descubrir la manera de conciliar lo urbano con lo natural.

La modernidad ha buscado constantemente la incorporación del jardín a la cotidianeidad post industrial. El planeador moderno ideó ciudades que reincorporaran la naturaleza orgánicamente al entorno. En su famoso libro "Ciudades jardín del mañana" de 1902, Ebanezer Howard proponía la creación de pequeñas urbes periféricas a los monstruos fruto de la industrialización donde los habitantes convivieran con la naturaleza. Espacios donde una vida saludable fuera compatible con una vida de trabajo, se buscaba villas integrales – no ciudades dormitorio - donde los habitantes vivieran una vida plena.

Otros arquitectos de la modernidad buscaron redefinir el jardín. Le Corbusier incluiría en sus famosos "5 puntos de la arquitectura" la llamada "quinta fachada", haciendo del techo un espacio habitable e incorporando al mismo un "Jardín", creando así lo que hoy ambiciosamente llamamos "Roof Garden". En su Ville Savoye, aunque rodeada de jardines y construida en una zona poco urbanizada, Le Corbusier incorpora un par de azoteas habitables que a su vez contienen jardineras.

En México el patio, de origen morisco, es traído por los conquistadores y adoptado con facilidad. Ideal para el clima de la región, el patio contiene en ocasiones al jardín, íntimamente ligado con la vida cotidiana del hogar. Luis Barragán, a lo largo de su carrera profesional, explora esta relación entre arquitectura y naturaleza, entre planta y muro. Partiendo de interpretaciones más tradicionales llega primero a explorar el territorio del pedregal de San Ángel y más tarde los espacios de su casa y la casa Gilardi donde crea escenarios de contemplación profunda. Esa arquitectura, bautizada "emocional" por Mathías Goeritz, sintetiza el sincretismo del jardín mexicano.

La carrera hacia la densificación y la verticalidad de nuestras ciudades ha chocado de frente con lo vivido durante el último año. El encierro forzoso en nuestras casas puso en evidencia la incapacidad de los espacios para adaptarse a las nuevas tareas, el drama del encierro afectó a muchos de nosotros. La carencia del contacto directo con la naturaleza nos afectó a muchos y los espacios residenciales creados en medio del frenesí inmobiliario y el acelerado ritmo urbano pusieron en evidencia la falta de esas pequeñas rebanadas de paraíso.


lorenzo@circulocuadrado.com.mx 


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