Apuntes de Diseño y Arquitectura
Higiene, el baño y la arquitectura moderna
Lorenzo Díaz Campos
"Cuando inspecciones un templo, no te olvides de recorrer también los retretes”. -Zhuangzi
Poco estamos conscientes de la evolución histórica del cuarto de baño y es que en realidad su fisonomía actual es reciente en la historia de la arquitectura y el habitar humano. A mediados del siglo XI, los rápidos cambios en la sociedad, debidos a la revolución industrial y los hacinamientos que se dieron en los acelerados crecimientos en los bordes de las ciudades, llevaron a situaciones de insalubridad extrema que se reflejaron en brotes de enfermedades epidémicas.
La higiene pasó a ser tema de interés público y los grandes descubrimientos en el ámbito de la infectología hicieron evidente las precarias condiciones en las que vivían la mayoría de las personas que pertenecía a la naciente clase obrera. La invención de la trampa de agua o “Water Closet” (de ahí el nombre WC para referirse al retrete e incluso al cuarto de baño completo) permitieron que el drenaje tocara la puerta de la intimidad en el corazón mismo de la casa. La trampa de agua hizo posible separar la podredumbre de la limpieza absoluta.
Paradójicamente la habitación más íntima de la casa es la más conectada a la urbe. Los servicios de una ciudad entorno a la sanidad son claves para la sobrevivencia misma de la aglomeración humana. Giramos el grifo e inmediatamente corre agua que mágicamente desaparece por un igualmente complejo sistema de drenaje.
El cuarto de baño es tristemente un privilegio de pocos habitantes, uno de cada tres habitantes en el planeta no tiene acceso a agua corriente, y casi un 40 por ciento de la población, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, vive en espacios que carecen de drenaje.
Es por eso por lo que la titánica tarea que se impuso Bill Gates de encontrar el diseño de un retrete ideal en realidad partió de una premisa equivocada, el retrete en sí no es el problema. Los resultados de años de trabajo a través de su fundación comprobaron que el gran dilema no era la carencia de un aparato si no la de un sistema. Se trata pues de un servicio que usamos todos los días y que funciona, pero de manera deficiente. Las ciudades tragan agua y desechan líquidos de manera insustentable.
Esa habitación ahora ocupa un lugar central en nuestro diario habitar y se ha ido ganando un lugar protagónico. Un cuarto que contiene muebles que nunca mudamos, llegamos a un hogar y es la única área amueblada y nos vamos para dejarlos ahí, fijos.
El escusado ha cambiado poco en los últimos 100 años, básicamente era igual aún antes de la llegada del automóvil, la radio y el transistor, sin embargo, su protagonismo en la casa ha ganado terreno. Ha pasado de ser un espacio oscuro y arrinconado a ser pieza central en la cotidianidad. Hoy en día el baño es un lugar personal donde dar vuelo a las prácticas hedonistas y cultivar el máximo narcisismo es normal, cotidiano e indispensable.
Grandes pestes como la influenza española (sorprendentemente parecida a la que sufrimos en estos días) hicieron de la higiene el tema central de estas nuevas exploraciones. Una búsqueda por el bienestar aún basada fuertemente en supersticiones y creencias poco científicas llevaron a la arquitectura por conceptos de higiene que se habían desarrollado en sanatorios y casas de retiro que buscaron en su momento combatir enfermedades como la tuberculosis y las diferentes afecciones broncopulmonares.
Al contrario de la crisis sanitaria de 1918 esta que sucede cien años, encerrados en casa los más privilegiados, nos hemos dado cuenta de que el aislamiento no detiene al bicho. Es la hiper movilidad, las estructuras que han hecho las ciudades y la comunicación e intercambio entre ellas las que potencian el desplazamiento de la enfermedad. No se trata, como lo fue por décadas, de combatir la inmundicia y la podredumbre, el reto pasa al plano de lo urbano y no de lo habitacional.
Aún así la batalla de la desigualdad no se ha ganado, no hemos sido capaces de llevar los obvios avances que la aplicación del WC a la taza de baño trajo a la mayoría de la población, seguimos inmersos en una guerra sanitaria básica en la parte más baja de la pirámide cuando el destino ya nos alcanzó de nuevo.