Apuntes de Diseño y Arquitectura

El diseño a prueba

Lorenzo Díaz Campos

“Muchas cosas van a cambiar. Y las crisis son positivas para eso. Los retos y las dificultades conforman la verdadera belleza del hombre. Si no hay dificultades, nos ablandamos”.- Philippe Starck

Octubre se ha consolidado como el “mes del diseño” en la Ciudad de México, a lo largo de más de una década dos eventos principales han sido eje para que una gran parte de los profesionales que giran en torno a este mundillo acudan y participen en encuentros entorno a la disciplina. Es además tradicionalmente un mes lleno de actividades que giran en torno a la arquitectura y la construcción por lo que habitualmente las agendas están repletas de compromisos. Para quienes este sector es nuestro modus vivendi es un periodo de mucho aprendizaje y repleto de oportunidades.

Como en todos los sectores del quehacer humano, este año las cosas son diferentes. El reto es enorme, tradicionalmente estos eventos parten de la premisa de los encuentros entre colegas, clientes y proveedores de la industria. La emergencia sanitaria ha puesto grandes retos a estas actividades y la búsqueda de alternativas es la orden del día. Estrictas normas de higiene, formatos reducidos, reservas obligatorias, producciones no presenciales o híbridas son la primera respuesta a la situación.

Tanto el Abierto Mexicano de Diseño como el Design Week México han reformulado sus propuestas y se preparan para presentarse con todas las variantes necesarias. La crisis económica es profunda y el golpe duro, por supuesto estos eventos han resentido ya la complejidad que circunstancias así suponen. Otros eventos, clásicos de la agenda de octubre o han sido pospuestos o de plano cancelados. Les toca a estos retomar el camino andado y ser, una vez más, pioneros en la industria. Será una prueba dura y habremos de entender que tan listos estamos para retomar los encuentros y comprender cuáles son las dinámicas que se prueben válidas para enderezar el camino después de meses de encierro y desaceleración económica.

Alrededor del globo los encuentros del mundo del diseño y la arquitectura retoman el ritmo, la última semana de septiembre y la primera de octubre Milán festejó un “Designers Week” impulsado por Gilda Boiardi y su incansable espíritu promotor, es demasiado temprano aún para sacar conclusiones, pero el evento es sin duda un termómetro para retomar el magno acontecimiento de abril, sin duda la semana de diseño más importante del planeta y a la que estamos ansiosos de acudir.

Sin embargo, la verdadera prueba va mucho más allá de la logística y dinámica de los eventos, no se trata únicamente de lograr el momento para la selfie o la entrevista con el medio. No basta con retomar lo que ya se hacía, “volver a la normalidad” sería no solo imposible sino equivocado. No, el reto es del tamaño de la oportunidad y es enorme. El diseño mexicano, una vez más, se encuentra ante una gran disyuntiva; se trata de probarle al mercado y a la sociedad el verdadero valor del diseño. Después del largo encierro se corre el riesgo de caer en la auto complacencia, de buscar el camino fácil, el que encuentre la ruta más corta para librar el compromiso que se vino encima por el simple trascurrir de los días.


Los organizadores de estos eventos, y lo sé por experiencia propia, estarán agobiados encontrando las fórmulas que le den viabilidad técnica y económica a estos. Se jalarán los pelos de la cabeza (y de esos cada vez me quedan menos) negociando con los actores y encontrando cómo minimizar los riesgos e incluso las pérdidas. La dinámica dejará pocos espacios para ver más allá de la consecución de la meta a corto plazo, la de lograr que los eventos sucedan. Así de simple.

La verdadera prueba recae sobre los creativos, los diseñadores, que deberán de olvidar las viejas fórmulas dándose a la enorme tarea de hacer verdaderas propuestas de valor que permitan al diseño mexicano demostrar un rol más protagónico dentro de la dinámica económica y social de nuestro país. Rol que, como lo he dicho en incontables ocasiones, está aún por demostrarse.

La oportunidad toca una vez más a la puerta, el diseño mexicano deberá despertar del letargo que el 2020 significó, sacudirse la idea de ser emergente, en el sentido de novel y de solucionador de emergencias inmediatas, y probarse a la altura de las circunstancias. Esperamos no se ablande, como lo supone Starck.


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