Apuntes de Diseño y Arquitectura

La ciudad policéntrica

Lorenzo Díaz Campos

A mediados de los 80's visitando la ciudad de Los Ángeles en California mi padre, al volante del auto, se encontró irremediablemente perdido en algún lugar de esta gigante urbe. No habiendo entonces recursos como los navegadores GPS no le quedó otra que bajar la ventanilla y preguntar al primer transeúnte que encontró: “disculpe ¿El centro?”. A lo que el ingenuo ciudadano contestó: “¿el centro de dónde?”.

Nuestras ciudades, irremediablemente concéntricas, marcan el kilómetro cero desde sus plazas principales. El Zócalo de la Ciudad de México es la referencia indiscutible para medir las distancias en carretera. En los lugares menos esperados del país encontramos letreros que señalan diciendo “México” y orientando a los que transitan las diferentes carreteras hacia el epicentro político, económico y social del país. Dependiendo de la jerarquía de la carretera por la que se circula la señalización hará referencia a la plaza principal de la ciudad que, por importancia política, domina el territorio en cuestión.

Lo cierto es que habitar una ciudad con un único centro ha resultado en vidas cotidianas complejas en las que se desperdicia una cantidad absurda de tiempo y recursos para desplazarse y así lograr completar las diarias tareas. La distribución del quehacer ciudadano entorno a una plaza principal pierde toda lógica conforme su propio crecimiento hace al “centro” inaccesible y distante.

Recientemente hemos visto surgir una serie de iniciativas para crear “la ciudad de los 15 minutos”. Carlos Moreno, urbanista y especialista en ciudades inteligentes, ha desarrollado esta propuesta en el seno de la Sorbona misma que fue acogida por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y que formó parte clave en su campaña de reelección este febrero.

Los tiempos no podrían haber sido mejores para la alcaldesa y la pandemia que nos aqueja a resultado tierra fértil para su iniciativa. La idea es brillante, nadie debería necesitar desplazarse por más de 15 minutos para resolver los temas más apremiantes de su vida económica, cultural y educativa. Con esa sencilla indicación los gobiernos deben identificar y desarrollar programas que hagan esto posible.

Estamos pasando rápidamente de la Métapolis que Francois Ascher trataría de definir apenas hace algunos años y donde imaginaba sistemas de transportes rápidos extendidos por grandes territorios que permitirían a los trabajadores desplazarse cientos de kilómetros para acudir a sus trabajos a una urbe sin desplazamientos. 

Las mega masas urbanas como el sur de California, el cinturón que se crea entorno a Nueva York y Boston o territorios como el de los Países Bajos pasan a ser poco relevantes como posibilidad de desarrollo para sus habitantes. La tercera revolución industrial, la informática, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de librar el encierro impuesto por la crisis sanitaria de 2020 manteniéndonos hiperconetados con el entorno económico y social. De repente pasa a ser poco relevante dónde se vive y dónde geográficamente se encuentra uno para acceder a las oportunidades de desarrollo.

Los enormes contrastes e injusticias que la ciudad había supuesto para sus habitantes en términos de ubicación dentro de las mismas ahora añaden a sus retos el acceso a la comunicación. Las periferias y cinturones de miseria ahora multiplican su distanciamiento de los “centros” de poder y bienestar al no contar con la infraestructura que permita a sus habitantes tener acceso al bienestar.

La ciudad de los 15 minutos es también la ciudad del ancho de banda. Hoy el acceso a la plaza central se da de otras formas, el comercio ha acelerado su interés en colocarse cerca de sus clientes primero con los centros comerciales (subrayando la palabra centro comercial que bien se sustituye con la palabra plaza) y ahora llegando a la puerta de su casa construyendo enormes mercados virtuales como Amazon. 

El dilema de la educación a distancia ha puesto en evidencia el rezago que los programas de formación de talentos tienen en comparación con el voraz sistema comercial, ni hablar del acceso a la salud universal por años negada como un derecho inalienable.

Por excelencia el espacio público pierde su significado en la medida que las crecientes ciudades se vuelven complejas y el acceso a sus centros inequitativo. La ciudad de los 15 minutos pone al centro de la discusión el acceso al espacio público, a los servicios, a la salud y en general al bienestar. Una agenda sencilla que impone retos enormes para ciudades como las mexicanas, donde la distancia al centro ya sea el histórico o los modernos centros de negocios, hace la diferencia entre tener o no calidad de vida.

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