A nivel de calle

Encerrados

Daniel Fernández

Entre actividades productivas y lúdicas con pausas para reforzar la destreza culinaria y disfrutar, como hace mucho tiempo no lo hacía, de la sobremesa. Un poco de salir con el perro al patio, noticias, leer o juegos de mesa, poniéndonos creativos para salvar el trabajo y no desesperarnos en el intento. Unos días son estresantes y otros relajados, todos pasan.

Y de tanto encierro, la cocina ya es comedor y bar también, el comedor es oficina y la sala ahora se divide en sala de videoconferencias, salón de clases y cabina antiviral. El balcón opera como cabina telefónica en horario laboral y zona de meditación el resto del día.

Me recuerda un poco a los días de vacaciones en la niñez. Pasaban las horas, nos inventábamos actividades que no requerían de dinero, le cambiábamos el uso a los espacios, se hacía flexible la rutina, las comidas siempre en casa y sin prisa.

Así como algún día después de tanta rutina llegué a extrañar esos largos días sin clases y que creí, no volverían en décadas, hoy extraño la rutina.

Mientras tanto, la ciudad respira una bocanada de aire fresco. Lo que seguro nadie extraña es el tráfico. Aunque no seamos todos los encerrados, sí muchos de nosotros. Desde la Loma Larga se ve claramente San Nicolás y de nuevo me despiertan los pajaritos. Algunos culpaban a los carros, otros a las carnes asadas y muchos más a la industria, yo culparía al consumismo.

Aquello que considerábamos seguro, ya no lo es tanto. Lo más seguro es que nos faltan varias semanas. Y después, ¿qué ciudad nos espera? Las señales no son claras y el futuro incierto. Para los que sentían que el resto de sus días serían todos iguales, ya no lo son y quienes creían tenerlo todo bajo control, ya no lo tienen.

También, a nivel de calle la dinámica ha cambiado, decenas de bicicletas rodando por avenidas. ¿No que no? Aunque deberían estar encerrados, cientos de ciclistas y peatones salen a diario a demostrar que la calle también es de ellos ahora que sienten la seguridad de hacerlo.

Esperemos que este renacimiento cambie para bien a nuestra forma de vida, que nuevas ideas surjan y que todo aquello superficial e innecesario quede en la historia. Se dice que pocas veces el regio se detiene a pensar, que trabaja y trabaja y poco analiza. De ser así, este es un muy buen momento para empezar.

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  • Daniel Fernández