La primera vez que hice un detox digital fue cuando me metí a ver mi tiempo en pantalla y me di cuenta de la cantidad de horas que estaba pasando en redes sociales. Horas del día que podía estar ocupando para cosas mucho más interesantes que saber qué había decidido desayunar Kylie Jenner o qué había dicho ahora Bárbara de Regil.
Déjenme decirles algo, desconectarse por completo del mundo digital es algo que parece imposible, pero que se puede. En mi caso, como me conozco, sabía que no iba a bastar con restringir el tiempo que podía usar mis aplicaciones, así que decidí que eliminarlas por completo iba a ser mi única opción para triunfar. Y así fue.
Desde que tengo 19 años sufro de ansiedad y jamás había asociado el uso excesivo de redes sociales a este trastorno. La vida que vemos en Instagram no es la vida real de las personas, es una vida que pasa por muchos filtros antes de publicarse. Vemos cuerpos “perfectos”, personas posando en lugares que parecen producto de nuestra imaginación y es inevitable preguntarnos por qué nosotros no podemos ser así o qué tenemos que hacer para poder tener una vida similar a la de ellos. Dejar de ver ese tipo de publicaciones hizo que mi mente parara de preguntarse estas cosas y ahí fue cuando me di cuenta de que quizás mi problema no era el tiempo que pasaba en redes sociales, sino el contenido que veía durante esas horas.
Cuando terminé mi detox digital volví a bajar todas las aplicaciones que había eliminado y me di la tarea de ver a qué cuentas seguía y por qué. Analicé objetivamente mis razones y me di cuenta de que había muchas personas que no le aportaban nada a mi vida, así que ¿qué hice? fácil, dejé de seguirlas. Seamos sinceros, ¿a alguien le cambió la vida ver a Stormy esperando a Kylie para poder comerse 3 dulces? No lo creo.
La segunda tarea que me autoasigné fue la de empezar a seguir cuentas que sí causaran un impacto positivo en mí, pero sin caer en la positividad tóxica que últimamente inunda el mundo digital. Busqué terapeutas que usan su plataforma para educar, influencers que buscan crear conexiones espirituales con sus seguidores, fotógrafos que no solo muestran las maravillas del mundo sino también las realidades, activistas que con su voz han logrado cambiar sus comunidades, etc. Cuando volví a revisar mi tiempo en pantalla me di cuenta de que había disminuido en una cantidad considerable y, además, me di cuenta de que mi ansiedad llevaba varios días sin manifestarse.
Está bien desconectarnos de vez en cuando, pero creo que, más importante que la desconexión misma, es el contenido al que te vuelves a conectar cuando esa desconexión termina. A lo mejor sí te interesa saber qué desayunó Kylie Jenner, ¿pero te interesa también saber qué desayunaron los otro 50 famosos a los que sigues?
La influencer colombiana Juliana Calle utiliza su plataforma para educar a sus seguidores en temas espirituales brindándoles herramientas para encontrarse con ellos mismos y usar el poder individual para manifestar, y así crear, la realidad que quieren vivir. En este video, que forma parte de sus sesiones de ascención, habla sobre cómo está en nuestras manos dedicarle tiempo, espacio y enfoque a aquello que nos hace mejores.
Las redes sociales son algo de uso diario para la mayoría de nosotros y se han convertido en un elemento constante en nuestras vidas. Gracias a ellas nos podemos informar sobre los últimos acontecimientos en el mundo, podemos contribuir a causas que necesiten ayuda y muchas otras cosas que hacen de estas plataformas herramientas muy útiles. Lo que no hay que olvidar es que, como cualquier herramienta, hay que saber usarla para poder beneficiarnos de ella.