Ahora que la pandemia de covid-19 entra en su octavo mes consecutivo, los expertos coinciden en que el uso de cubrebocas sigue siendo imprescindible para contener la propagación del virus. Los funcionarios de la Organización Mundial de la Salud confirmaron en julio que el SARS-CoV-2 se puede propagar a través de gotitas respiratorias (al toser o estornudar) o por transmisión aérea, cuando las partículas virales se esparcen a grandes distancias por el aire. En ambos casos, las mascarillas evitan que el virus entre en la nariz y los pulmones y pueden prevenir la transmisión por completo o prevenir infecciones graves si una persona se enferma.
Pero a pesar de que pueden salvar vidas, algunas personas han tenido dificultades para aceptarlas. Encuestas internacionales revelan que la "incomodidad" es la razón principal por la que algunos eligen no usar un cubrebocas en público. Muchos usuarios reportan dificultad para respirar, sudoración, náuseas y aumento de la frecuencia cardíaca debido al enmascaramiento, aunque los médicos han dicho repetidamente que las máscaras no inhiben el flujo de oxígeno.
Entonces, ¿de dónde provienen estos efectos secundarios y por qué es tan incómodo su uso?
¿El cubrebocas afecta nuestra respiración?
Primero lo primero: el uso de un cubrebocas estándar (quirúrgico o de tela) NO reduce los niveles de oxígeno de una persona, ni atrapa una cantidad significativa de dióxido de carbono.
Sin embargo, la mascarilla sí afecta nuestra respiración, pero no de la manera que piensas.
La mayoría de nosotros no estamos acostumbrados a usar cubrebocas y la sensación de tener una máscara en la cara puede hacer que alguien se sienta ansioso o incómodo. Aunque gran parte de nuestra respiración es inconsciente y está impulsada por nuestro centro respiratorio, también puede estar influenciada por la mente. Esto quiere decir que si sentimos malestar, inconscientemente podemos cambiar la forma en que respiramos.
Estos cambios de patrones para respirar SÍ pueden hacernos daño; ya sea a través de una hiperventilación, o hipoventilación. Cualquiera de las 2 son patrones disfuncionales que pueden provocar mareos o dificultad para respirar que las personas a menudo confunden con la falta de oxígeno o la acumulación de dióxido de carbono dentro de la mascarilla.
Cuando alguien hiperventila, comienza a respirar demasiado profundo y con mucha frecuencia, probablemente porque el uso de una máscara lo pone ansioso o nervioso. La hiperventilación conduce a un nivel bajo de dióxido de carbono en el torrente sanguíneo, ya que el cuerpo está expulsando CO2 más rápido de lo que puede producirlo. A su vez, esto provoca mareos, aturdimiento y, en ocasiones, puede provocar desmayos.
La hipoventilación, por otro lado, ocurre cuando respiramos muy lentamente o no exhalamos tanto como necesitamos. En este caso, el nivel de dióxido de carbono del cuerpo aumenta, lo que reduce la cantidad de oxígeno en el torrente sanguíneo de una persona. La hipoventilación puede causar somnolencia y una sensación de "falta de aire".
Aprende a respirar mejor
Aunque la respiración es algo natural para la mayoría de nosotros, respirar con un cubrebocas es una habilidad que requiere práctica. Los especialistas recomiendan aprender a acostumbrarse primero por períodos cortos durante el transcurso del día para ir desarrollando tolerancia.
Si el uso de una máscara es particularmente incómodo, los niños, y los adultos, pueden normalizarlo usando una máscara durante una actividad que los distraiga, como mirar televisión o jugar videojuegos. En poco tiempo ni siquiera lo notarás.
Y tú, ¿ya te acostumbraste?