Si has experimentado la desagradable sensación de no ser capaz de sacar de tu mente una idea que te daña, puede que seas una víctima de los pensamientos intrusivos.
Somos conscientes de que son repetitivos y perturbadores además de inútiles, sin embargo se mantienen durante largos periodos de tiempo a pesar de nuestros intentos por huir de ellos.
Por lo general se originan por la intención de querer tener todo bajo nuestro control, y por situaciones donde debemos tomar una decisión y no sabemos qué elegir dentro de las posibilidades.
Si no los trabajamos adecuadamente, lograrán perturbar nuestra calma y dificultar nuestra tarea de concentración, creando así fuentes problemas de ansiedad o sufrimiento.
Por ello te traemos una serie de técnicas que comparte la psicóloga Esther Cabezas Gutiérrez en el blog Psicología y Mente para gestionarlos y disminuir su impacto en nuestras vidas.
Desvinculación de pensamientos
Descubre y acepta que tú no eres tus pensamientos. Tú no decides lo que llega o no a tu mente, pero puedes seleccionar lo que te interesa y con lo que quieres quedarte, y lo otro enviarlo a la carpeta de SPAM.
Cuando aparezca el pensamiento no sirve de nada luchar contra él, pues se hará más fuerte. Investiga por qué aparece eso en tu mente y luego decide si te conviene centrarte en él. Si no, dile adiós y visualiza cómo se va.
Es un ejercicio que requiere de esfuerzo y entrenamiento, y es normal que al principio veas que los resultados no son los esperados o que te cuesta mucho desvincularte. Pero si trabajas de manera constante descubrirás que acaban por perder fuerza y desaparecer.
Realización de ejercicio físico con frecuencia
Los pensamientos son energía, y es mucho más fácil controlarlos cuando hemos liberado el exceso de energía que nuestro cuerpo genera.
Por ello realizar ejercicio físico diario nos ayudará a tener una mente más clara y relajada y a que la intensidad de los pensamientos recurrentes disminuya.
Dedicación diaria a pensar sobre el pensamiento perturbador
Si llevas durante mucho tiempo dándole vueltas a cierto pensamiento, y no te ves capaz de abandonarlo sin más, dedica 15 minutos al día, siempre a la misma hora y en el mismo lugar a pensar única y exclusivamente sobre ello.
Puedes tomar apuntes y dejar tus reflexiones por escrito para ganar en productividad, pero en cuanto suene la alarma que te avisa de que ya ha pasado el cuarto de hora, no puedes volver a pensar en el tema hasta el día siguiente.
Evitar hablar continuamente de los pensamientos recurrentes
Buscar la tranquilidad o la opinión de la gente de manera continua es un arma de doble filo.
Por otro lado produce una tranquilidad o desahogo temporal pero por el otro fomenta y refuerza el mantenimiento del problema así como la sensación de que por nosotros mismos no somos capaces de solucionarlo, lo cual nos genera sentimientos de baja autoestima y dependencia interpersonal.