Probablemente no lo hayas escuchado bajo el término de somnolencia postprandial pero si como el mal del puerco, una sensación que experimentamos cuando durante el proceso de digestión se procesa la comida rica en grasas y aminoácidos.
Pesadez, cansancio y un aletargamiento es lo que la gente siente, además de una gran necesidad de dormir, que es capaz de quitarnos la atención y nos dificulta llevar a cabo algunas tareas asociadas con los procesos cognitivos.
Por eso, aunque se trate de un estado fisiológico que debería cumplirse, a veces es necesario evitarlo cuando tenemos diversas actividades posteriores como manejar, asistir a clases o regresar a la oficina.
Evita las comidas copiosas pues al incluir este tipo de alimentos que son excesivos, calóricos y ricos en grasas e hidratos de carbono se eleva la cantidad de glucosa que tenemos en la sangre ocasionando que se vaya hacia el sistema nervioso.
Esto inhibirá la actividad de células que tenemos en una estructura muy en particular en el cerebro llamado hipotálamo lateral donde unas neuronas llamadas orexinérgicas dejarán de disparar su frecuencia, su actividad disminuirá y eso facilitará que se instale esa sensación de tranquilidad.
Pero cuando ya terminaste de comer la recomendación es estimular el sistema nervioso bebiendo una taza de café ya que la cafeína tiene el efecto de mantenernos alerta, pero si lo prefieres también puedes optar por realizar una caminata ligera de 10 minutos después de comer.
Otra de las sugerencias, si tus actividades del día te lo permiten, es tomar una siesta de entre 15 y 30 minutos pues no podremos sentir refrescados, llenos de energía y podremos realizar las actividades que teníamos programadas, en especial cuando tenemos tareas que nos demanden nuestros procesos cognitivos.