Es repentina, urgente y un deseo de comer alimentos específicos, de preferencia altos en grasa y azúcares, el hambre emocional se ha convertido en un trastorno común entre hombres y mujeres a raíz de la pandemia por covid-19.
Un escenario que ha tenido efecto en nuestras vidas, pues muchos de nosotros enfrentamos a retos que pueden ser estresantes, abrumadores y provocar emociones fuertes que nos llevan a encontrar consuelo en la comida. Sin embargo, esta acción puede provocar problemas asociados, como la diabetes y obesidad.
Para evitarlo o vencer esta condición alimentaria, la Lic. Elizabeth Reyes Castillo, miembro del Comité Científico, Vocera y profesora de la Federación Mexicana de Diabetes (FMD), recomendó identificar si es hambre emocional o fisiológica.
“El hambre emocional es comer sin control por una emoción que se genere por enojo, tristeza, ansiedad… es un impulso que nos llega y tiene que ver con comida específica, normalmente carbohidratos. Además sentir plenitud no basta, yo puedo estar satisfecho, pero seguir teniendo esta ansiedad de comer.
“También genera culpa o vergüenza, es muy frecuente que comamos a escondidas. Y, tristeza, ya sea por un control de su glucosa o está intentando bajar de peso”, explicó la Lic. Reyes Castillo.
Y es que al comer emocionalmente buscamos comida como pan, pastelillos, galletas, nieve, chocolates, botana, papas fritas y otros alimentos menos saludables con el fin de reprimir y calmar sentimientos de tristeza, enojo, preocupación, ansiedad, estrés, el aburrimiento e incluso, el miedo de contagiarnos de covid-19 o el dolor por la pérdida de un ser querido.
Algo que no sucede por hambre fisiológica, pues está basado en el instinto de alimentarnos para obtener los nutrientes que el organismo necesita para sobrevivir y funcionar correctamente. Empieza gradualmente a sentirse apetito y parar al estar satisfechos. Es una acción que no genera sentimientos negativos posteriores a este periodo de nutrirnos.
“No estoy segura sí se ha cuantificado, porque finalmente es algo que vemos en la consulta; pero la mayoría de la población subió de peso durante este año que estuvieron en casa. Y creo que la incertidumbre, el estrés, el que desgraciadamente muchos se contagiaron o tuvieron familiares que perdieron la vida por esta pandemia, generó mucho más hambre emocional que fisiológica”, comentó la Lic. Elizabeth Reyes.
Dijo que es un tema que afecta a ambos sexos. Sin embargo, es más común entre las mujeres, pues se estima que el 70 por ciento lo padece, mientras que el 50 por ciento los hombres.
El hambre emocional puede ser también el responsable de la aparición de otras enfermedades, como son la diabetes y obesidad.
“Si puede ser una de las causas y sí se ha notado en pandemia; recordemos que es multifactorial, es como la disminución de actividad física, la genética, malos hábitos alimenticios, la pérdida de horario y estar en casa nos ha llevado a un aumento de peso corporal y de glucosa. Es una población que lo vive complicado, aunque finalmente nuestro deber como educadores en diabetes es pedirles que sigan su programa de nutrición, realicen ejercicio, tomen los medicamentos y medir la glucosa”, añadió.
Cabe destacar que en México hay 8.6 millones de personas que tienen diabetes y se estima que un 30 por ciento no sabe que tiene la enfermedad. Mientras en Nuevo León, el 12.6 por ciento de la población de 20 años y más vive con este padecimiento, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018.
El sobrepeso y la obesidad son también un problema creciente en nuestro país. En Nuevo León por ejemplo, el 15.9 por ciento de la población de 12 a 19 años de edad padecen obesidad.
“Recordemos que la diabetes es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres. Se estima que para el 2025, habrá 9 millones de personas que viven con diabetes, sino es que ya lo está, precisamente por este cambio de actividad física, pues aumentó el sedentarismo en un 60 por ciento, cuando además ya era muy bajo lo que se realizaba porque se piden 150 minutos a la semana y la mayoría de la población -50 por ciento hombres y un 60 por ciento mujeres- no lo cumplía”, destacó.
Ante este escenario, la Lic. Elizabeth Reyes Castillo nos comparte algunos consejos para evitar y/o vencer el hambre emocional.
1. Llevar un recordatorio
Aquí anotaremos los momentos en que sentimos hambre emocional. Por ejemplo, en qué lugar nos encontramos, a qué hora es, le pondremos nombre a esas sensaciones y por qué queremos resolver los asuntos comiendo.
2. Tomar una pausa de 5 minutos
Esto nos ayudará averiguar si lo que sentimos es hambre fisiológica o porque estamos pasando por un estado de ánimo ya sea tristeza, enojo, estrés, miedo, ansiedad, aburrimiento, etc. que nos hace querer comer un antojo.
3. No comer a escondidas
Esta acción puede ser causante de sucesivos atracones de comida, lo cual nos conducirá a un exceso de peso y alteraciones en los niveles de glucosa en sangre. “El hecho de que yo me pueda sentar y comer lo que sea delante de todos, me va ayudar a controlar el hambre emocional”.
4. Hacer ejercicio
Al sentir hambre de un antojo, recomienda hacer una actividad placentera como salir y dar un paseo en bicicleta, salir a caminar acompañado de tu mascota, ir a correr al parque, pintar, tejer, entre otros hobbies. Estas rutinas reducir la ansiedad y vivir de una forma más optimista y positiva. Es importante hacer ejercicio por lo menos 30 minutos diarios.
5. Acudir con un especialista
El hecho de perder el control y notar que está afectando nuestra vida personal y de salud, es señal de que necesitamos asistir con un especialista para tratar esta condición. En primera instancia, sería ir con un psicólogo para descartar que estemos comiendo por ansiedad. Luego, con un nutriólogo para establecer un plan de alimentación adecuado.
“Estas medidas son para toda la población. Una persona que vive con diabetes tiene los mismos riesgos y las mismas sensaciones de una persona que no padezca la enfermedad. Tenemos que cuidarnos y mejorar nuestro estilo de vida”, finalizó la Lic. Elizabeth Reyes Castillo.