¿Felicidad extrema? El lado oscuro de este comportamiento

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¿Sentirse bien puede ser malo? Una nueva investigación dice que sí, y te decimos cómo evitarlo

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¿Un comportamiento de felicidad extrema puede ser negativo? (Foto: Getty Images)

En los últimos años, hemos visto una explosión de investigaciones científicas que revelan precisamente cómo los sentimientos positivos como la felicidad son buenos para nosotros. Sabemos que nos motivan a perseguir metas importantes y superar obstáculos, nos protegen de algunos efectos del estrés, nos conectan estrechamente con otras personas e incluso previenen dolencias físicas y mentales.

Decir que esto ha hecho que la felicidad esté de moda es decir mucho, pues se ha convertido en un objetivo de vida. La ciencia de la felicidad apareció en las portadas de Time, Oprah e incluso The Economist, y ha generado una pequeña industria de oradores motivacionales, psicoterapeutas y empresas de investigación. 

Claramente, la felicidad es popular. Pero, ¿acaso siempre es buena? ¿Sentirse demasiado bien puede ser malo? Los investigadores deben explorar seriamente estas preguntas, por una buena razón: al reconocer los peligros potenciales de la felicidad, nos capacitamos para comprenderla más profundamente y aprendemos a promover mejores vidas más sanas y equilibradas.

La felicidad roba tus ideas

Resulta que la felicidad tiene un costo cuando se experimenta con demasiada intensidad.

Por ejemplo, a menudo se nos dice que la felicidad puede abrir nuestra mente para fomentar un pensamiento más creativo y ayudarnos a resolver problemas o acertijos. Este es el caso cuando experimentamos niveles moderados de felicidad. Pero según el metanálisis de Mark Alan Davis de 2008 sobre la relación entre el estado de ánimo y la creatividad, cuando las personas experimentan una felicidad intensa y tal vez abrumadora, ya no experimentan el mismo impulso de creatividad. Y en casos extremos como la manía, las personas pierden la capacidad de aprovechar y canalizar sus recursos creativos internos. Además, la psicóloga Barbara Fredrickson descubrió que demasiadas emociones positivas y muy pocas emociones negativas hacen que las personas sean inflexibles frente a nuevos desafíos.

La felicidad excesiva a veces no solo acaba con sus beneficios para nosotros, sino que en realidad puede provocar daños psicológicos. ¿Por qué? La respuesta puede estar en el propósito y la función de la felicidad. Cuando experimentamos felicidad, nuestra atención se vuelve hacia cosas emocionantes y positivas en nuestras vidas para ayudar a mantener el buen sentimiento. Cuando nos sentimos felices, también tendemos a sentirnos menos inhibidos y más propensos a explorar nuevas posibilidades y tomar riesgos.

Ahora lleva esta función de la felicidad al extremo. Imagina a alguien que tiene un impulso abrumador para atender solo las cosas positivas que lo rodean y tomar riesgos de enormes proporciones. Es posible que tiendan a pasar por alto o a ignorar las señales de advertencia en su entorno, o a dar saltos audaces y pasos arriesgados incluso cuando las señales externas sugieren que es poco probable que se obtengan ganancias.

Las personas en este modo elevado de "sobremarcha de felicidad" se involucran en comportamientos más riesgosos y tienden a ignorar las amenazas, incluido el consumo excesivo de alcohol, los atracones, la promiscuidad sexual y el uso de drogas. En un estudio de 1993, el psicólogo Howard S. Friedman descubrió que los niños en edad escolar calificados como "muy alegres" por sus padres y colegas tenían un mayor riesgo de mortalidad cuando llegaban a la edad adulta, tal vez porque se involucraban en conductas más arriesgadas.

Todos estos resultados apuntan a una conclusión: la felicidad puede ser mejor cuando se experimenta con moderación, no muy poco, pero tampoco demasiado.

No es apropiada en cada situación

Nuestras emociones nos ayudan a adaptarnos a nuevas circunstancias, desafíos y oportunidades. La ira nos moviliza para superar obstáculos; el miedo nos alerta de las amenazas y compromete nuestro sistema de preparación de lucha o huida; la tristeza indica pérdida. Estas emociones nos permiten satisfacer necesidades particulares en contextos específicos.

Lo mismo ocurre con la felicidad: nos ayuda a perseguir y alcanzar objetivos importantes y nos anima a cooperar con los demás. Pero así como no querríamos sentirnos enojados o tristes en todos los contextos, tampoco deberíamos querer experimentar felicidad en todos los contextos.

Como ha argumentado el psicólogo Charles Carver, las emociones positivas como la felicidad nos indican que nuestros objetivos se están cumpliendo, lo que nos permite reducir la velocidad, dar un paso atrás y descansar mentalmente. Es por eso que la felicidad en realidad puede hacernos daño en la competencia. Los estudios esclarecedores realizados por Maya Tamir encontraron que las personas con un estado de ánimo feliz se desempeñaron peor que las personas con un estado de ánimo enojado cuando jugaban un juego de computadora competitivo.

La felicidad tiene un momento y un lugar, ¡no es adecuada para todas las situaciones!

No todos los tipos son buenos

“Felicidad” es un solo término, pero se refiere a un arcoíris de diferentes sabores de emoción: algunos nos hacen más enérgicos, otros nos hacen más lentos; algunos nos hacen sentir más cerca de otras personas, algunos nos hacen más generosos.

Pero, ¿todos los tipos de felicidad promueven estos beneficios? Parece que no. De hecho, un análisis más matizado de los diferentes tipos de felicidad sugiere que algunas formas en realidad pueden ser una fuente de disfunción.

Un ejemplo es el orgullo, un sentimiento agradable asociado con el logro y el rango o estatus social elevado. Como tal, a menudo se ve como un tipo de emoción positiva que nos hace centrarnos más en nosotros mismos. El orgullo puede ser bueno en ciertos contextos y formas, como ganar un premio difícil o recibir un ascenso en el trabajo.

Sin embargo, cuando experimentamos demasiado orgullo u orgullo sin un mérito genuino, puede conducir a resultados sociales negativos, como agresividad hacia los demás, comportamiento antisocial e incluso un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo como como manía. Las emociones positivas centradas en uno mismo, como el orgullo, en realidad pueden obstaculizar nuestra capacidad de empatizar o tomar la perspectiva de otra persona durante momentos emocionales difíciles.

El resultado final: Ciertos tipos de felicidad a veces pueden obstaculizar nuestra capacidad para conectarnos con quienes nos rodean.

Su búsqueda te hará infeliz

No es sorprendente que la mayoría de la gente quiera ser feliz. Parece que estamos programados para buscar la felicidad.

Sin embargo, ¿es la búsqueda de la felicidad saludable? El innovador trabajo de Iris Mauss ha respaldado recientemente la idea contraria a la intuición de que luchar por la felicidad en realidad puede causar más daño que bien. De hecho, a veces, cuanto más persigue la gente la felicidad, menos parece capaz de obtenerla. Mauss muestra que cuanto más luchan las personas por la felicidad, más probable es que establezcan un estándar alto para la felicidad y luego se decepcionen cuando ese estándar no se cumpla. Esto es especialmente cierto cuando las personas se encontraban en contextos positivos, como escuchar una canción alegre o ver un clip de película positivo. Es como si cuanto más se intenta experimentar la felicidad, más difícil es sentirse realmente feliz, incluso en situaciones agradables.

Es posible que la búsqueda de la felicidad también esté asociada con problemas graves de salud mental, como la depresión y el trastorno bipolar. Puede ser que luchar por la felicidad en realidad nos esté volviendo locos a algunos de nosotros.

¿Y la felicidad saludable?

Y bueno, si hasta ser feliesc nos puede hacer infelices... ¿qué podemos hacer?

Primero, es importante experimentar la felicidad en la cantidad adecuada. Muy poca felicidad es tan problemática como demasiada. En segundo lugar, la felicidad tiene un tiempo y un lugar, y uno debe tener en cuenta el contexto o la situación en la que experimenta la felicidad. En tercer lugar, es importante lograr un equilibrio emocional. Uno no puede experimentar la felicidad a costa de las emociones negativas, como la tristeza, la ira o la culpa. Todos estos son parte de una receta compleja para la salud emocional y nos ayudan a lograr una perspectiva más sólida. El equilibrio emocional es crucial.

Finalmente, es importante buscar y experimentar la felicidad por las razones correctas. Demasiado enfoque en luchar por la felicidad como un fin en sí mismo puede ser contraproducente. En lugar de tratar de encontrar celosamente la felicidad, debemos trabajar para construir la aceptación de nuestro estado emocional actual, cualquiera que sea. La verdadera felicidad, al parecer, proviene de fomentar la bondad hacia los demás y hacia uno mismo.

Y tú, ¿eres feliz?

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  • Andrea Bouchot
  • andrea.bouchot@milenio.com
  • Coordinadora de Chic Magazine digital. Egresada de la Licenciatura en Comunicación de la FES Acatlán. Vivo de cine, los libros, videojuegos y la buena comida.