¿Quién no sufre de estrés hoy en día? Un gran porcentaje a nivel mundial vive con ello, de hecho el estrés es considerado la enfermedad del siglo XXI y puede causar mucho daño en nuestro cuerpo, por ejemplo puedes desarrollar enfermedades cardiacas, presión arterial alta, obesidad y diabetes. El estrés es una reacción fisiológica ante el peligro y nadie está exento de ello, nuestro cuerpo al percibir un riesgo comienza a producir más cortisol (la hormona del estrés) como mecanismo de defensa, en teoría deberíamos volver a nuestro estado neutral una vez que la amenaza desaparece, sin embargo esto puede tomarnos un tiempo.
Hay quienes han podido sobrellevar un alto grado de estrés y pueden ya presentar algunas señales a las que se debe de poner atención para prevenir algunas de las enfermedades mencionadas anteriormente, pero como el cuerpo se acostumbra a este ritmo de vida es probable que ni siquiera te hayas dado cuenta que tus niveles de cortisol están por los cielos.
Subir de peso
Esto se da por dos razones. La Universidad Brigham Young de Utah realizó un estudio científico en el que se determinó que el estrés engorda ¡tanto como una hamburguesa doble con queso! Sí, tener estos episodios puede afectar el tracto digestivo y producir menor cantidad de microbiota (las bacterias intestinales que son esenciales para el buen funcionamiento del organismo), pero además en estas situaciones nuestro estado de ánimo toma control total de nuestra dieta y terminamos consumiendo alimentos hipercalóricos. Así que si notas que estás ganando unos kilos demás puede ser por esto.
Cambios en comportamiento
¿Has notado que te has vuelto un poco intolerante? Cuando estamos bajo mucho estrés es muy común que nuestro estado de ánimo y nuestros pensamientos cambien, una mínima perturbación puede causarnos irritabilidad. Sentirse frustrado o perder la calma muy rápido llevándonos a gritarle a alguien para descargar la ira son situaciones que pasan con gran frecuencia.
Falta de concentración
No dormir y una mala alimentación pueden causar esto, pero también el estrés. Cuando estamos bajo mucha tensión nuestra mente trata de liberarse de forma inconsciente y deja de prestar atención a los detalles más mínimos, no es necesario que te encuentres leyendo para notarlo, olvidar pagar tu tarjeta de crédito, asignar tareas o hasta perder el hilo durante una conversación pueden ser algunos signos.
Agotamiento extremo
Esta es una de las máximas alertas con las que tu cuerpo te está pidiendo que descanses. El inicio de esto es la dificultad para conciliar el sueño, después dormirás pero no descansarás (sueño no reparador), comenzarás a tener dolores musculares o articulares, mareos al pararse de la cama o estar de pie por mucho tiempo. Hay quienes lo describen como una “huelga” para que prestes atención ya que estás agotando todas tus energías.
Caída de cabello
Si notas que algo le pasa a tu melena pon en marcha un plan para relajarte porque el estrés podría hacerte perder hasta tres cuartos de cabello. Esto lo puedes notar mientras te aplicas champú, te peinas o simplemente pasas tus manos entre este. El estrés puede llevar al descanso grandes cantidades de folículos y en poco tiempo pueden caerse con gran facilidad, pero también está la tan temida alopecia areata, la cual está asociada con los altos niveles de cortisol. Si logras controlarlo el cabello puede volver a crecer.
Por ello es importante programar descansos para reducir nuestro nivel de estrés, hacer actividad física es una gran opción, al igual que practicar técnicas de relajación como yoga y meditación. Consumir programación de comedia y pasar tiempo con amigos en exteriores. Además de esto llevar una dieta balanceada y ocho horas de sueño serán clave.