En su mente hay muchas ideas que le quitan el sueño, son anhelos que dan vueltas una y otra vez en su cabeza; tienen que ver con su profesión, pero también con su persona. No son cosas que se den de la noche a la mañana o mientras está acostada en un sillón, son ideas que solo pueden conseguirse con trabajo arduo.
“Duermo poco, como poco, porque estoy trabajando en esos sueños”, confiesa. Una de esas ilusiones era la de mudar su consultorio a un lugar más amplio, en donde pudiera atender mejor a su gente. Curiosamente, la oportunidad llegó en plena pandemia: encontró lo que estaba buscando en la Torre de Negocios Veranda.
“Fue como cuando te entregan un lienzo en blanco y empiezas a pintar lo que se te ocurre, pero ya traes una idea. Fue lo que hice en este lugar, me llevó tres semanas”, asegura, mientras muestra orgullosa la recepción. “Aquí estuve día y noche con los trabajadores, dando indicaciones: esto no me gusta, quiten esto… me estuve involucrando en todo.
“No se me van a caer las manos por agarrar la brocha y ponerme a pintar, no me va a pasar absolutamente nada por estar rodeada de puros hombres: el electricista, el tablaroquero, el yesero. Daba la hora de la comida y todos nos poníamos a platicar: Siento que esto se vería bien acá, tienes razón, yo lo había visualizado así…”, cuenta.
Los pacientes se sienten encantados con el lugar, están más cómodos. Para Liliana, eso es gratificante, le hace saber que el esfuerzo ha valido la pena. “A veces estamos en una zona de confort y nos da miedo. Decimos: yo estoy aquí, en este lugar, lo tengo todo, me logré estabilizar, y de pronto te puede llegar a costar dar el siguiente paso”.
Hasta el día de hoy, la doctora ha demostrado que no tiene miedo al cambio. Si mañana se le presenta una oportunidad mejor, la va a tomar, ella es así. “¡Sin miedo al éxito! Como dicen: Me aviento como gorda en tobogán”, bromea. Esta fórmula es la que le ha funcionado.
Liliana tiene una pupila, su hija Jared Montes, quien sigue sus pasos. A ella le comparte sus experiencias, para que sea todavía mejor. “Si llegas a ser como yo, sentiré que fracasé en todos los aspectos. Tú tienes que ser muchísimo mejor que yo”, le dice. Cuando la ve, recuerda cuando empezó, hace más de 10 años.
Tenía un consultorio de dos por dos metros -sin exagerar- con una unidad dental muy sencilla. Le empezó a ir bien; la gente la buscaba, sacaba turno y a veces no encontraban hasta dentro de 20 días. “Nada más quiero que me revise”, le reclamaban. Poco a poco fue creciendo y cuando tuvo el consultorio soñado en la Ciudad de México, la familia decidió mudarse a Pachuca.
“En ese momento yo tenía un estado de confort que no cualquiera hubiera cambiado. Siempre he tenido esa seguridad, primeramente en Dios y segundo en quien soy. Dijera mi mamá: El que es perico, donde quiera es verde”, dice. El primer sitio donde se instaló Ortho Dental Care fue en Intermédica; en ese momento, fue el lugar correcto para empezar.
La doctora nunca va a olvidar a sus primeros pacientes, porque ellos confiaron en ella, le dieron ese impulso que necesitaba. Pero ahora ha empezado una nueva historia y confía en que, en poco tiempo, en algunos años, la marca pueda crecer tanto como lo hizo en la capital.
La buena noticia es que, durante la contingencia, su marca, no solamente se mantuvo, sino que creció, mostrando solidez. “No tengo un paciente que me haya dicho: No te sigo o no voy. Lo que usted me diga doctora, es lo que dicen. Eso me habla de cosas bonitas, de bendiciones. Yo creo que si logramos transmitir ese profesionalismo, esa parte humana, vamos por buen camino”, finaliza.
CÓMO ELIGE LA DOCTORA A SU GENTE?
Liliana Gaytan es una persona intuitiva al extremo. No tiene sexto sentido, sino octavo. Cuando entrevista a alguien que quiere trabajar con ella, la doctora busca responder dos preguntas primordiales: ¿Quién es? ¿Qué lugar ocupa en este espacio? “Yo no puedo tener aquí a una persona que, puede estar muy capacitada, pero que no tiene idea de lo que hace en este mundo”, revela. A ella le importa mucho la visión que tengan los suyos de lo sentimental y lo espiritual.
¡ S Í G U E L A !
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