“Nadie experimenta en cabeza ajena” ¡Cuanta sabiduría implícita en un viejo refrán!
Y es que, a lo largo del tiempo, incontables científicos han estudiado el proceso del aprendizaje humano, concluyendo que este únicamente es posible a través de la propia experimentación, es decir, descubres el mundo como resultado de tus vivencias personales.
Aprender es un proceso natural de exploración que dura toda la vida y que nunca podría darse a través de la experiencia de otros, sino gracias a tu capacidad de extraer el conocimiento de aquello que te sucede directamente.
Es así que la única forma real en que podrías saber lo que significa amar, sería a partir de sentir amor por ti mismo o, dicho de otra manera: sí y sólo sí yo me amo, conozco de verdad lo que es amar.
Pero, ¿cómo saber si te amas a ti mismo? La respuesta es bastante sencilla de obtener. Échale un vistazo a tu vida y si en esta predominan las relaciones sanas con quienes te rodean, definitivamente, esto es una clara muestra de que sabes amarte, pues lo que sucede en tu es un fiel reflejo de aquello que ocurre en tu interior ¡Cómo es adentro es afuera!
Por el contrario, si tu postura ante la vida es la de siempre estar a la defensiva, desacreditando lo que piensas o sientes, en constante comparación con otras personas, sacrificándote para ser aceptado u apreciados, o bien, demeritando tus logros al atribuirlos a simples golpes de suerte, definitivamente, el vínculo que tienes contigo es deficiente y, por tanto, el que te une a los demás también lo es.
En este gran salón de clases llamado vida, te resultaría imposible ofrecer a otros seres lo que a ti te falta, ya que ¡nadie da lo que no tiene! Es hasta que eres capaz de amarte que te es posible amar a terceros.
Esto da pie a un segundo cuestionamiento no menos importante, ¿cómo aprender a amarme?:
Se amable contigo
Estamos aquí no para ser perfectos sino para perfeccionarnos, si aceptamos esta realidad nos aceptamos a nosotros mismos incondicionalmente, tal cual somos y con nuestros muy particulares procesos de aprendizaje y, con ello, pasamos de ser el más cruel de nuestros verdugo para convertirnos el aliado más comprensivo para nosotros mismos.
Vuélvete tu prioridad
Los sobrecargos en los aviones cuando nos indican colocar nuestras máscaras de oxígeno antes de ayudar a otros a hacerlo y es que si nosotros estamos bien, todo estará bien. Así que nunca te sientas culpable por ocuparte de satisfacer primero tus necesidades, no se trata de un comportamiento egoísta sino responsable, ya que al hacerlo contribuyes a convertirte en una mejor versión de ti que el mundo agradecerá.
Concédete tiempo
El tiempo es de nuestros recursos más valiosos, si lo dedicamos a otros, por qué no hacerlo con la persona de nuestras vidas: nosotros mismos. Brindémonos ese espacio necesario para estar con nosotros mismo, conocernos, caernos bien y hacer lo que más disfrutamos (dormir, leer, ejercitarte, etc.)… al dar esa muestra de amor por ti, enseñas al mundo a amarte de la misma manera.
Aprende a confiar
Independiente a tus creencias, vivir con la certeza de que existe un poder inmenso que nos creó, nos sostiene y siempre está actuando a nuestro favor aunque a veces nos cueste verlo nos recordará que pase lo que pase, todo estará bien y siempre estaremos a la altura de las circunstancias.
Conócete
Hacerlo te dará poder sobre ti, pues es cierto, quizá no puedas cambiar los hechos, pero si elegir la mejor forma de hacerles frente sin ser títere de tus pensamientos y emociones.
Lo cierto es que, amarte va mucho más allá de tomarte selfies para subirlas a las redes sociales mostrando una realidad que, muchas veces, ni siquiera es la que vives; el amor por ti requiere primero de una total aceptación de lo que eres, seguida por una ardua labor de cultivo que con constancia y enfoque deberá llevar a cabo el jardinero perfecto, el único y verdadero experto en la materia: TÚ MISMO.