¿Alguna vez te has imaginado la puerta para entrar al infierno? Un clima caluroso, en picada, con un camino de piedras irregulares, flamas que no cesan sin importar nada. En Turkmenistán, se encuentra el pozo de Darvaza o mejor conocido como la puerta al infierno.
En 1971 un grupo de geólogos rusos se encontraban en el desierto de Karakum buscando campos ricos en petróleo, emocionados con sus investigaciones y avances al haber encontrado hidrocarburo, decidieron perforar una cueva natural que incluía una pequeña abertura de gas. De pronto el suelo empezó a desmoronarse llevándose consigo el equipo que llevaban para su tarea y crear un sumidero de 69 metros de diámetro y 30 metros de profundidad. Este hoyo expulsó un gas natural que tiene como elemento principal el metano, un gas incoloro, inflamable, no tóxico, que se produce por la descomposición de materia orgánica.
Los geólogos, asustados de que el lugar se volviera inhabitable por el gas que salía de la tierra, decidieron apagarlo con fuego y quemarlo, con la idea que en las semanas el gas se consumiera y así solucionarían el problema. Solamente que sigue habiendo un detalle en esta historia, es la fecha en que el gas no se ha consumido creando así un cráter que está en llamas desde 1971, es decir 50 años.
A pesar de que este pozo de Darvaza no fue obra de la naturaleza y se encuentra en una zona de acceso complicado por cuestiones burocráticas, se puede visitar y ver el impactante escenario. No es riesgoso para los espectadores ya que, a pesar del fuego intenso, se puede estar ahí por unos minutos.
En 2015 el explorador canadiense George Kourounis se convirtió en la primera persona en entrar a las puertas de infierno, con un traje térmico, obviamente. Tomó pruebas del suelo teniendo como resultado organismos viviendo a más de 400 grados.
No sabemos cómo son las verdaderas puertas al infierno pero gracias a los geólogos rusos podemos tener una idea de cómo es. ¿Te atreverías a visitarlo?