Muchos colegas han desistido. Arbeu ha visto a proveedores vender su mobiliario, a DJ’s vendiendo su equipo y a organizadores de eventos cambiar de profesión. No saben si van a regresar a lo que hacen, están hartos de la incertidumbre. Pensaban que en junio volverían a la normalidad, pero aún no se ve la luz, ni siquiera para el próximo año.
Ángel tenía todo el 2020 lleno de eventos, sobre todo bodas de extranjeros, que se han tenido que aplazar inevitablemente por el cierre de fronteras. El 21 de marzo fue su última boda, y desde ese momento, comenzaron a aplazarse los compromisos. Unos novios de Chile cancelaron definitivamente, afortunadamente fueron los únicos.
“Las demás bodas siguen en pie para 2021. En algunos casos me ha convenido porque están invirtiendo más presupuesto, tienen más tiempo para juntar dinero y quieren una boda más completa. Pero económicamente hablando si me ha afectado, porque están detenidos muchos pagos”, explica Arbeu.
Ya en la Nueva Normalidad, la reactivación económica ha permitido la celebración de eventos no mayores a 20 personas, condición con la que el wedding planner tiene que jugársela. “Se están haciendo más bien en domicilios, no tanto en salones, esperando que nos den luz verde para ir incrementando el número de invitados”, dice.
En estas bodas petit los novios gastan un 10 por ciento de lo que tenían contemplado, a pesar de que se eleva la calidad del evento. “Los novios le están invirtiendo a un menú más completo y buscan decoración más cara, con respecto a la que se pide en una fiesta grande. Me he dado cuenta que la gente le está invirtiendo mucho al mobiliario”.
Aún con todo esto, el riesgo de contagio no deja de existir. “No sabemos la salud de los demás, o dónde hayan estado, pueden ser portadores asintomáticos”, admite. Para reducir el peligro al máximo, todo el equipo de Arbeu se realiza una prueba rápida, antes de cada compromiso. “Tenemos un cuestionario que extendemos a nuestros posibles clientes para saber con quién han estado, si se han realizado alguna prueba o si en su familia han tenido algún contagiado”.
Ya no son las fiestas de antes. El itinerario ha cambiado por completo: ya no bailan los novios, ya no baila nadie. Todo se limita a una comida familiar. “Lo que las parejas me han dicho es: No queremos esperar, porque no sabemos qué va a pasar. Hubo una novia que me dijo: No sabemos si para el día de la boda ya esté embarazada o ya no estemos viviendo en México.
“De lo más duro que me tocó es que tenía dos parejas que se casaban este año, en mayo y junio; desgraciadamente fallecieron familiares muy cercanos y me dijeron: ¿Sabes qué? No queremos esperar y que vaya a faltar alguien más”, lamenta. Para los novios que no pueden esperar, las bodas petit son una gran opción; para Arbeu, han sido la salvación, una forma de ponerse la camiseta de los proveedores que llevan meses sin trabajo.
“El amor no se cancela. Deseo a los novios que el amor que se tienen no termine, que lo vayan alimentando día con día, para que cuando llegue la fecha de su boda, lo disfruten al máximo”.
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