Piezas originales con formas complejas han sido el resultado de la introducción de las tecnologías de impresión 3D en la industria de la moda.
En los últimos años se ha utilizado en los procesos creativos para el diseño de moda, resultados que han aparecido en numerosos desfiles alrededor del planeta.
Se logran producir elementos de una complejidad extrema gracias a que se crean formas sin moldes, tal como lo mostró Iris van Herpen en el año 2010 con su colección Crystallization.
La artista ve a la tecnología como una herramienta que le ayuda a representar físicamente las ideas que tiene en su cabeza, tomando inspiración de elementos no visibles como el movimiento magnético o la electricidad.
Proximity Dress es un vestido de la estilista holandesa Anouk Wipprecht que logra detectar el incumplimiento de la sana distancia pues si una persona se acerca demasiado el atuendo se estira para crear una especie de barrera.
Para fabricar sus componentes se empleó tecnología PolyJet de Stratasys y se utilizó el proceso SLS, una idea inteligente desarrollada en parte gracias a la impresión 3D.
Incluso para la MET Gala del 2019, el reconocido diseñador Zac Posen imprimió pétalos de rosa para el outfit que llevó la modelo Jourdan Dunn.
Por otra parte la naturaleza, las criaturas resplandecientes de aguas profundas y otros universos han inspirado a la alemana Davina India para innovar con la realidad virtual y aumentada.
Entre las ventajas de la llamada moda 3D es que se pueden reducir costos al crear prototipos y fabricar el producto final en tiempo récord, así como explorar el límite de la imaginación en la moda.
Definitivamente este proceso es una manera de revolucionar y mejorar la forma en la que vestimos y calzamos, abriendo la posibilidad de llegar a imprimir prendas hechas a la medida y personalizadas con nuestras preferencias particulares en tiendas o hasta en nuestra propia casa.