¿Funcionaron todos esos sermones, peleas por ir a una fiesta o por las notas de la escuela? Es cierto que toda la educación que recibimos de nuestros tutores influye en nuestras vidas y de maneras muy sutiles.
Es por eso que un equipo de investigadores de la Universidad de Essex en Reino Unido analizó por seis años a más de 15 mil niñas y madres, con edades de entre 13 y 14 años. Sin importar si las mamás eran casadas o solteras, tuvieron resultados muy interesantes.
Las hijas que sus madres habían sido regañonas, enojonas y estrictas tuvieron más éxito que las que llevaron una educación más relajada. Aclarando que no eran las mamás que recurrían a la violencia o golpes, sino las que ponían límites con un “no” a pesar que por dentro su corazón se rompía pero que a su sentir era lo correcto.
Así mismo las madres que tenían unos estándares realistas más altos sobres sus hijos, las adolescentes tenían menores posibilidades de un embarazo en la adolescencia y el crecimiento acelerado físicamente y psicológicamente que una niña puede tener al estar esperando un bebé en la etapa de la adolescencia.
Las niñas entonces se enfocaban en el ámbito educativo, y tenían mayores posibilidades de obtener un título universitario, mejores sueldos y una vida adulta más cómoda. Además de la reflexión de planear una familia a futuro tomando en cuenta el momento biológico, económico y personal.
Al parecer todas esas frustraciones que pudimos haber vivido pudieron tener su recompensa, y es que nadie enseña a ser mamá pero algo claro es que todo lo que hacen, lo realizan con un amor incondicional. Mejor veamos esos gritos del pasado desde otra perspectiva gracias a esta investigación.