Es bien sabido que la Reina Isabel II no solo seguía al pie de la letra los protocolos estipulados por la Corona Británica, también demostró que sus hábitos alimenticios fueron los mismos desde que era una joven princesa. Y aunque en sus últimos años ya no podía disfrutar de todas las comidas de manera libre y sin remordimiento, existió un platillo en especial que no dejo de pedir en todo este tiempo.
Al igual que muchos de sus súbditos, la Reina disfrutaba la hora del té, la cual celebraba sin falta entre las 3.30 p.m. y las 5.00 p.m. El diario inglés ‘The Mirror’ informó recientemente que en la mesa real se servía una colección de sándwiches, pasteles y entremeses, pero desde que Su Majestad tenía cinco años de vida había un bocadillo que no podía faltar.
Darren McGrady, ex chef real, trabajó para la cocina del Palacio de Buckingham durante 15 años. En una entrevista al diario británico, comentó que la monarca disfrutaba comer sándwiches de mermelada. Y aunque suene a un antojo sencillo, las fresas con las que se elaboraba la jalea provenían de los jardines de la residencia que Su Majestad, Isabel II, ocupaba durante el verano.
“Es pan y mermelada con un poco de mantequilla, generalmente mermelada de fresa. Esta se hace en el Castillo de Balmoral con las fresas escocesas de los jardines”, dijo el cocinero a los medios de comunicación.
También mencionó que la Reina supervisaba el menú que degustaría cada día. Por tal motivo es que se le presentaban tres o cuatro platos, todos preparados con ingredientes de la cocina real. Estos eran seleccionados cuidadosamente y producidos por granjas locales, lo cual garantizaba que se trata de alimentos orgánicos.
McGrady asegura que la Reina solo comía lo necesario para nutrirse, aunque sí podía existir un cambio en su alimentación; por ejemplo en cenas de estados, banquetes, fiestas o celebraciones importantes.
Además, el chef compartió un poco sobre los hábitos alimenticios de Su Majestad, quien comía cuatro comidas al día, divididas en tres tiempos: entrada, plato fuerte y postre.
Para el desayuno, Isabel II acostumbraba tomar solo una taza de té negro, acompañada de galletas o emparedados pequeños. En la hora de la comida disfrutaba una sopa o crema rica en grasas y como plato fuerte salmón o filetes. El chef dice que la Reina era fanática del chocolate, por lo cual los menús de la semana debían incluir por lo menos un postre a base de dicho ingrediente.
Entre las curiosidades que McGrady también compartió es que la Reina no toleraba el ajo, por ello que los cocineros reales tenían prohibido utilizarlo en la elaboración de cualquiera de sus recetas.