Los expertos en el mundo del arte, de la joyería, los viajes y el sector inmobiliario han estado viendo durante meses que, en el extremo superior de la escala de ingresos, la gente sigue gastando a pesar de que la pandemia por el coronavirus paralizó la economía mundial.
Para las personas que están en lo alto de la escala corporativa o son suficientemente ricos como para no trabajar, la recesión global actual es más un inconveniente que una amenaza existencial para su riqueza.
El mercado de valores de EUA demostró ser resiliente, al igual que otras clases de activos como el arte y el oro. Sin embargo, el Covid-19 obligó, incluso a los ricos, a cambiar sus patrones de consumo, porque algunas cosas en las que solían gastar •como viajes y restaurantes de gama alta• simplemente están vedados, según una investigación de Sarah Willersdorf, directora del sector de lujo del Boston Consulting Group.
“Las personas acomodadas dieron un giro hacia gastar en sus hogares, ya sea en arte decorativo, un nuevo sofá o renovaciones. También compran segundas residencias en lugares para vacacionar en su propio país.
Las personas con un patrimonio neto ultra alto aún están felices de gastar, mientras que los ligeramente menos ricos compran cosas menos caras”, explicó Willersdorf.
BCG estima que las ventas de artículos personales de lujo, como bolsos y ropa, van a caer entre 25 y 45 por ciento este año, mientras que las “experiencias” de lujo, como los viajes y los restaurantes de gama alta, van a caer entre 40 y 60 por ciento.
Esos descensos tan pronunciados se esperan incluso si los ultrarricos siguen gastando. Esto se debe a que el sector depende de una base mucho más amplia de clientes que ganan menos, pero que compran artículos de lujo como parte de un movimiento aspiracional.
Es probable que la recuperación de la industria del lujo tarde dos o tres años y varíe según la categoría. Mientras tanto, para algunos, la pandemia no es motivo para perder el estilo.
Los joyeros de Bvlgari y Dior informan de una sólida demanda de encargos hechos a la medida. En abril, un comprador anónimo desembolsó 1.34 millones de dólares en una subasta en línea de Sotheby’s por un brazalete Tutti Frutti de Cartier, con incrustaciones de esmeraldas talladas, rubíes y zafiros.
Estas subastas en línea han sido clave para Christie’s y Sotheby’s. Cambiaron el calendario habitual de subastas presenciales en mayo y junio a subastas en línea y ventas privadas.
Ha sido un periodo de experimentación y de romper con los tabúes, dice el responsable de relojes de Sotheby’s, Josh Pullan, acelerando cambios que de otro modo habrían tardado años. “Las subastas en línea nos permitieron llegar a una nueva audiencia de compradores”, dice.
Una lección clave es que en las subastas en línea se puede vender una gama mucho más amplia de productos de lo que se pensaba anteriormente y a precios más altos. Ya sean relojes de bolsillo antiguos, tenis autografiados Air Jordan o bolsos de Hermès, las personas están dispuestas a pujar sin ser vistas.
Rahul Kadakia, director internacional de joyería de Christie’s, citó como ejemplo la venta a finales de junio de un diamante de corte esmeralda de 28.86 quilates. “Hasta ahora se habían vendido en línea lotes por valor de hasta 200 mil dólares, así que queríamos probar el límite”, dijo. “Terminamos con una fuerte subasta en la que participaron cinco coleccionistas privados, y la piedra se vendió por 2.1 millones de dólares, más del doble de la estimación baja”.
Recientemente, Christie’s vendió varias obras de primera venta de esculturas monumentales, que se denominó Dream Big (Sueña en grande), entre las que se encontraban alguns de Richard Serra y Jeff Koons. “También estamos considerando ofertas por un Niki de Saint Phalle, un móvil de Alexander Calder y más”, dijo Adrien Meyer, quien dirige las ventas privadas de Christie’s. “La gama alta del mercado del arte es a prueba de recesión”.
Los agentes inmobiliarios de las ciudades costeras de los Hamptons, en las afueras de la ciudad de Nueva York, registran un año excelente tanto para los alquileres como para las ventas, ya que la gente de Wall Street busca refugio.
Evan Kulman, un agente de Compass en los Hamptons, vendió hace poco una mansión de 19 millones de dólares a una pareja que la vio durante el confinamiento.“Suelo hacer 25 transacciones en un año típico, pero tan solo en los últimos tres meses he realizado 75.
Hemos trabajado sin parar, al igual que los arquitectos y contratistas que se beneficiaron por la gente que hace renovaciones”. Para las personas con medios que viajan durante la pandemia, los aviones privados y las villas de lujo son de rigor. Silver Air, una compañía de aviones privados en California con una flota de 30 aeronaves, registró un aumento de la demanda en términos de horas de vuelo en 40 por ciento en junio, en comparación con el año anterior. “Estamos viendo una gran afluencia de nuevos clientes en el segmento de la aviación privada”, dijo Jason Middleton, director ejecutivo de Silver Air.
“La gente estuvo encerrada durante meses, así que una vez que comenzaron a levantarse los confinamientos, querían salir”. Algunos estaban listos para desembolsar mucho dinero para escapar incluso antes.
Un cliente llamó a Silver Air en abril para pedirles que organizaran su extracción de la ciudad de Moscú en confinamiento. No especificó un destino más allá de pedir cualquier lugar del mundo que lo dejara entrar y que tuviera una playa cálida y soleada. “Mi equipo de operaciones buscó para encontrar un lugar al que pudiera ir y terminó ayudándolo a volar a Kingston Bay, Jamaica”, dijo Middleton.
El costo del vuelo: 175 mil dólares. Jeremy Vosse, el fundador de Premium Conciergerie en París, aconseja a sus clientes, muchos de los cuales son jugadores de futbol, para que se queden en Europa este verano en lugar de viajar a Dubái o a Las Vegas.
Ha estado buscando villas en Mykonos, en la Riviera francesa y en la Costa del Sol de España. Mientras tanto, en el Mediterráneo, algunas almas valientes incluso compran yates. Jonathan Beckett, director ejecutivo de Burgess Yachts, vendió un yate de 100 metros de largo en junio por un precio que describió como “más de 100 millones de euros”.
La compañía también está en conversaciones para vender otros cinco buques. Pero las reservaciones de yates bajaron mucho este verano por las restricciones de viaje para Estados Unidos y Rusia. “Hay muchos millonarios frustrados que no pueden llegar a sus barcos”, dijo Beckett.
yvr