Desde sus inicios, hace poco más de 15 años, trabajó con diferentes pseudónimos y en distintos colectivos de todo el mundo, sin embargo, en 2017 decidió salir del anonimato y firmar simplemente con su nombre: Robyn Ward.
Nacido en Dublín, Irlanda, este artista plástico es esencialmente la definición de un ciudadano del mundo, pues, aunque creció en Belfast, Irlanda del Norte, lugar donde muy pronto encontró su amor por el arte a través del graffiti, a sus 40 años ha vivido en ciudades tan contrastantes como Los Ángeles, Ámsterdam, Londres, Bangkok y Shanghái.
Para sorpresa de algunos, desde hace cinco años convirtió la Ciudad de México en su centro de operaciones, más concretamente la colonia Condesa, donde ha montado un íntimo estudio donde crea las piezas que luego se han ido exhibiendo por todo el planeta. “En ese momento buscaba algo de inspiración renovada y tenía tres requisitos en mente: que fuera un sitio en el que no hubiera estado antes, que no hablara el idioma y donde no conociera a nadie. Quería inspirarme yendo a un lugar tranquilo y México estaba en mi lista de lugares a dónde ir.
Luego, una vez que llegué, planeé quedarme entre seis y nueve meses, y cinco años después todavía estoy trabajando aquí”, comenta Robyn, quien ha expuesto en reconocidas muestras internacionales como la ArtAttack, en la Royal Monceau Gallery de París, junto a grandes artistas de la talla de Banksy, Jeff Koons , Space Invader y Mr. Brainwash.
Aunque sigue viajando constantemente, Robyn se dice cautivado con la capital mexicana. “Me parece una ciudad muy inspiradora por todas las cosas que suceden en ella, en todo momento. Cuando camino hacia el estudio, me provoca distintos sentimientos y sobre todo, desde la pandemia, creo que está pasando por un etapa muy especial, culturalmente hablando. Me he encontrado con una ciudad fascinante: el ruido, los olores, el caos, los colores, los puestos por todas partes alrededor de las calles... Todo esto entra en mi diario y en las viñetas que personalmente me inspiran”.
También se dice ya adaptado al agitado ritmo de vida. “Es una locura para todos. En mi caso, es una percepción de amor-odio, porque, aunque a veces es un completo desastre, el caos también es algo que me inspira... Encuentro tranquilidad entre ese caos y esa es la belleza de la ciudad misma. Me parece increíble el hecho de estar cerca del centro en una ciudad de 27 millones de habitantes, pero que, en ciertas calles, te hace sentir como si estuvieras en un pueblo rural inglés, bonito y donde hallas un ambiente muy tranquilo.
Entonces, al mismo tiempo, existe el caos y esta extraña forma de relajación que encuentro por ejemplo, cuando camino por la Condesa por dos o tres horas; todos los días descubro diferentes puntos de inspiración y una verdadera paz en el banco del parque, al escuchar los pájaros cantar, sentado frente a un árbol que tiene 100 años... Creo que es algo muy especial”, agrega.
El artista, que actualmente está por exponer en Nueva York, Londres y Tokio, admite que siente admiración por artistas como Diego Rivera y la manera en la que plasmó al pueblo mexicano, ese que lo ha hecho sentir en casa: “Creo que sus obras son absolutamente hermosas. Para mí, él sería mi mayor inspiración de México (...) La cultura mexicana también hace que algunas personas sean hermosas. Los mexicanos son muy acogedores y eso, de hecho, los relaciona bastante con los irlandeses, en términos de cuán abiertos son a sus hogares y sus familias; siento que hay muchas similitudes entre nosotros”
Fotografía: LUIS ROJAS