El lucir siempre perfecta llevó a la reina María Antonieta, una de las mujeres más importantes y atractivas de la historia de Francia y Europa, a emplear una rutina de belleza inigualable y por demás excéntrica.
Desde tomar una ducha caliente a base de salvado de arroz, usar una mascarilla elaborada con coñac hasta aplicarse cebolla alrededor de los ojos para que estos se vieran más iluminados fueron algunas técnicas que hizo para resaltar sus atributos y cuidar su apariencia.
Según la historia, la reina francesa imponía tendencia en moda, peinados y en la belleza, causando sensación y envidia entre las damas de la corte. No obstante, esta rutina lujosa y complicada del siglo XVIII sigue siendo un referente en la actualidad para tener una apariencia impecable. ¿Te animas a probarlo?
Inicia con un baño caliente
Esta ducha es a base de salvado de arroz y hierbas, es importante incluir un exfoliante para todo el cuerpo. La reina se lavaba con un jabón de bergamota y ámbar, y en el fondo de la bañera había una almohadilla rellena de piñones, semillas de lino y almendras para estimular la circulación de la sangre.
La hidratación es fundamental en este paso, por lo que aplicar aceite de almendras sobre la piel húmeda brinda excelentes resultados: una piel suave y tersa.
Olor a flores
Se dice que el ambiente estaba cargado de malos olores y mezclas extrañas de perfumes caros y sudor, por lo que evitar estos aromas ajenos en las habitaciones, la reina exigía que cada área fuera aromatizada por flores frescas y sacos perfumados de rosas, violetas y lavanda. Además, le gustaba mandar hacer fragancias para ella.
Consentir la piel
Para el cuidado de la piel, usaba lo que para ella era su cosmético estrella Eau Cosmetique de Pigeon, era agua hecha de jugo de lirios, melón, pepino y limón; una pizca de habas y hojas de borraja, y el agua de ocho palomas hervidas. Con esto, lavaba su rostro cada mañana.
Y por la noche, aplicaba un limpiador, tónico, agua floral y crema blanqueadora. Mientras que para las manos, utilizaba cera, aceite de almendras y agua de rosas, después se ponía unos guantes y así dormía, esto para darle suavidad a sus manos.
Otro de los hábitos que acostumbraba era aplicar una loción astringente para controlar los brillos, además usaba diariamente una mascarilla aclarante para la piel hecha con 2 cucharaditas de coñac, 1/3 taza de leche en polvo, el jugo de un limón y la clara de un huevo.
Esta mascarilla sigue siendo popular en las mujeres francesas y de otras partes del mundo, dado a los efectos que brinda ya que el coñac estimula la circulación y cierra los poros. La clara de huevo repara tejidos de la piel, mientras que el ácido láctico de la leche disuelve el sebo que mantiene unidas las células muertas. En tanto, el ácido cítrico del limón funciona como un exfoliante natural a la vez que reduce las manchas y actúa como un potente agente antibacteriano, previniendo el acné.
Dale color al rostro
El maquillaje resaltaba los rasgos de su cara y por ello utilizaba bases pálidas y rubores intensos en tonos rosas y rojos para adornar sus mejillas. En los ojos, aplicaba tonalidades pastel y un iluminador para destacar la mirada, mientras que para los labios, lipstick perfumados con claveles o vainilla. Al final, rociaba en su rostro agua de rosas.
Sin embargo, de vez en cuando descansaba del maquillaje y solo aplicaba un poco de este en lugares estratégicos. Dormir lo suficiente también era muy importante para ella.
Comer alimentos nutritivos
Una alimentación balanceada es clave para sentirse y verse bien, esto lo sabía la reina María Antonieta, pues aunque derrochaba en banquetes, mantenía una dieta saludable y lo más natural posible. Además, se preocupaba por mantenerse hidratada, bebiendo la suficiente cantidad de agua.
Otros hábitos (que no se deben hacer)
Su deseo por verse impecable no tuvo límites, pues también recurrió a algunos hábitos extraños y nada recomendables, como el aplicar cebolla alrededor de los ojos para que estos estuvieran más iluminados, además de que bebía un tónico con extractos de oro para mantener su juventud.