Septiembre es un mes que muchos mexicanos solemos relacionar con actividad sísmica. Sin embargo, luego de sobrevivir el temido día 19, creímos que los nervios bajarían, hasta que la CDMX empezó a sentir una gran cantidad de microsismos.
¿Es normal sentir este tipo de movimientos en la capital del país? O, ¿acaso quiere decir que pronto se viene un sismo más fuerte? Es normal que haya este tipo de pensamientos, pero es importante estar bien informados al respecto para dejar ir los miedos.
La vulnerabilidad de la CDMX ante los sismos
Para empezar, hay que recordar que la actividad sísmica es normal en la CDMX, ya que está asentada en una de las áreas más sísmicas del planeta, el conocido ‘Cinturón de Fuego del Pacífico’.
Esta región geológica, que bordea las costas del océano Pacífico, es una de las zonas de subducción más activas del mundo, lo que significa que es propensa tanto a terremotos como a erupciones volcánicas. Este factor, combinado con la estructura geológica del subsuelo de la ciudad, hace que la CDMX sea especialmente vulnerable a los sismos.
El suelo en gran parte de la Ciudad está formado por sedimentos acuosos, restos del antiguo Lago de Texcoco, que convierten a la urbe en un terreno movedizo y frágil. Estos sedimentos, compuestos principalmente de arena y barro, alcanzan profundidades de hasta 91 metros, lo que amplifica el impacto de los sismos.
Además, la CDMX está atravesada por el Eje Neovolcánico, una cadena montañosa que corre desde el Pacífico hasta el Golfo de México, lo que la sitúa en una posición geográfica particularmente sísmica.
¿Qué son y qué significan los microsismos?
Aparte de los sismos de gran magnitud, los microsismos son otro fenómeno recurrente en la CDMX. Aunque no siempre se perciben, estos pequeños temblores pueden ser inquietantes para quienes los sienten.
Sin embargo, su origen no tiene relación con la actividad volcánica ni con la extracción de agua del subsuelo, teorías populares que circulan entre la población.
De acuerdo con investigaciones del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Servicio Sismológico Nacional, los microsismos se deben, principalmente, a fallas locales bajo la Ciudad de México.
Estas fallas son producto de la interacción entre el suelo lacustre y las antiguas estructuras volcánicas de la zona, lo que genera pequeñas sacudidas que, en ocasiones, se acompañan de un sonido similar a una explosión.
¿Qué causa los microsismos en la CDMX?
Los microsismos que se sienten en la Ciudad de México son el resultado de antiguas fallas geológicas que se reactivan, según explica Víctor Manuel Cruz, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Estas fallas subterráneas liberan pequeñas cantidades de energía que provocan movimientos telúricos localizados, conocidos como microsismos. Y, a diferencia de los grandes terremotos que tienen epicentros distantes, estos tienen su origen dentro de la misma ciudad, a una profundidad de apenas cuatro o cinco kilómetros.
Aunque la energía liberada es menor, la proximidad a la superficie y la naturaleza del subsuelo de la CDMX intensifican la percepción del fenómeno. “El hundimiento del Valle de México también contribuye a que los microsismos se sientan con mayor intensidad en la ciudad”, añade Cruz.
Este hundimiento, causado en parte por la sobreexplotación de los acuíferos, afecta la estabilidad del terreno, haciéndolo más propenso a estos movimientos sísmicos.
¿Lo sabías?