En palabras de...

QEPD con tu ayuda

Annette Manautou

Según los budistas, la persona después de morir tiene aproximadamente media hora para que su conciencia (espíritu) se desprenda del cuerpo. Ese tiempo es fundamental para poderle avisar que ha muerto, para despedirlo, quitarle preocupaciones o pendientes, decirle qué hacer y sobre todo hay que tratar de no manosear mucho el cuerpo y no moverlo, es mejor solo estar cerca de su cabeza y hablarle al oído. 


Cuando pasa esa media hora, la conciencia entra en un estado de sueño profundo de día y medio a tres días, en los que ya no puede oír ni ver. Pasando esos días, al momento de despertar, si no sabe que murió y aparte no ve su cuerpo porque ya fue velado y enterrado o incinerado, le va a ser difícil entender qué está pasando y probablemente no va a saber a dónde ir, se va a trasladar a los lugares o con las personas con las que tienen más apego, el problema es que esas personas no van a poder contestar sus preguntas. Por eso es que antes velaban a los difuntos de tres a siete días, de esa manera podían hacer conciencia de su muerte.

Muchas de las almas que se quedan atrapadas aquí, llamadas también fantasmas, no saben que murieron o porque los pendientes que dejaron no los dejan irse en paz o porque les da miedo la luz tan intensa que tienen que seguir.

Poniendo como ejemplo el accidente en la carretera, imaginen que después del impacto, el hombre muere, durante esa media hora, alcanza a oír lo que sucede, pero no es suficiente para entenderlo, después de tres días toma conciencia y ni siquiera tiene oportunidad de ver su cuerpo en un ataúd porque ya fue cremado y entonces entra en una crisis.

Por un lado quiere despedirse, pedir perdón o estar con sus seres queridos y, por otro, puede no saber que esa luz intensa es el camino que debe seguir. Hace todo lo posible por manifestarse, pero solo lo puede hacer apareciendo en los sueños de los que viven, por medio de la electricidad, ya que su espíritu está sustentado en una energía más sutil, pueden manipular las luces o la televisión o pueden comunicarse por medio de personas con dones como los médiums. 

Por eso es tan importante que en esa media hora no le toques nada que no sea la cabeza, ya que donde tocas es donde él siente la energía y busca la salida de su cuerpo físico, aparte de decirle todo lo ya mencionado. 

​Si tienes la oportunidad de estar en el momento de la muerte de una persona cercana a ti, dile su nombre y dile que ha muerto.

Si sabes qué pendientes puede tener que le impidan irse, dile que le ayudarás a encargarte de ellos, ya sea sus hijos, sus padres o algo en especial. Hazle saber que va a entrar en un sueño profundo, pero que al despertar y ver la luz, que la siga, que no tenga miedo por más intensa que sea. De esta manera estás ayudando a que la persona se vaya en paz y a que con esa misma paz renazca.

Este proceso es muy parecido a nuestro dormir. Si lo hacemos estresados o angustiados así mismo vamos a despertar, en cambio cuando nos dormimos tranquilos y en paz despertamos de igual manera. 

Si por alguna razón no tuviste la oportunidad de hablar con un recién fallecido  durante esa media hora, lo puedes hacer pasando dos o tres días, ya que después de ese sueño profundo es cuando ellos te pueden volver a ver y escuchar.

Esta práctica nos va a ayudar a hacernos cada vez más conscientes de este proceso, al hacerlo no solo estamos ayudando a los demás a cruzar e irse en paz si no que, de alguna manera, nos preparamos para cuando llegue nuestra hora.


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