Más allá del existir

Afirmaciones positivas, la llave de la felicidad

Ana Pazos

Las afirmaciones positivas cambian la química de tu cerebro modificando los neurotransmisores. Imagínate que estás en el tránsito y un hombre se acerca con una pistola; inmediatamente sientes una amenaza y tu cerebro libera norepinefrina: te pones tensa, alerta, te sudan las manos y el corazón late más rápido. Pero si al apretar el gatillo salen burbujas y el hombre empieza a hacer bromas, tu cerebro rápidamente cambia de opinión: se relaja, te ríes. ¿Ves? Es un ejemplo muy simple pero prueba que ¡sentimos lo que pensamos!

Por eso hay toda una corriente psicológica que sustenta el pensamiento positivo: lo que piensas acerca de cualquier situación afecta tu estado de ánimo. La química de nuestro cerebro además cambia a partir de cómo respondes a esas experiencias, básicamente: positiva o negativamente. ¿Y si elegir las metas correctas es la clave para ser más felices?


Cuando respondes con afirmaciones positivas, tus neuronas interpretan mejor las situaciones. El padre de la psicología positiva, Émilie Coue creó un método basado en la repetición de afirmaciones diarias: al inicio y al final de cada día, sus pacientes tenían que repetir la frase: “Cada día, en todos los sentidos, me siento mejor”.

Él aseguraba que cambiaba –para bien– su pensamiento. ¿Por qué? La explicación es que al crear afirmaciones positivas y reafirmarlas mentalmente, tu cerebro se sugestiona: tranquiliza el área donde inician los procesos mentales de conflicto y huida. Si alimentas esa sugestión de calma y bienestar repetidamente, los patrones neuronales cambian.

Ojo, las situaciones no cambian, lo que se transforma es la manera en la que percibimos e interpretamos esas situaciones. Dicho de otro modo, lo anterior, es una manera para saber cómo dejar de auto sabotearnos (y no ser nuestro peor enemigo).

Checa tu diálogo interno

Usa este momento para pensar en las afirmaciones negativas que te repites con más frecuencia; ya sabes, esas que te desmotivan, te quitan valor y te limitan. ¿Algunas típicas? “Nadie me va a contratar a mi edad”, “Para qué propongo algo en la junta si nunca me pelan”, “Tengo la peor suerte del mundo”… ¿Te suenan? Ahora toma papel y lápiz y haz una lista de las cinco que más te repites.

Invierte tus pensamientos

Con esta lista ya te diste cuenta de dónde cojea tu entusiasmo y para qué aspectos de tu vida necesitas darle un giro total a tus afirmaciones diarias. Así que junto a tu lista del paso anterior, harás otra. Todas las frases las vas a empezar con “Yo soy” y será como un espejo de la primera lista. Esta segunda enumeración debe verse algo como:

  • Yo soy capaz de solucionar los problemas de mi vida.
  • Yo soy capaz de cumplir mis objetivos.
  • Yo soy valiente.
  • Yo soy autosuficiente, entusiasta y persistente en todo lo que hago.
  • Yo soy adaptable a nuevas circunstancias y situaciones.

Cuando sientas que encontraste 5 afirmaciones que se sienten bonito en tu interior, escríbelas de nuevo (sin la primera lista) y pégalas en la puerta de tu clóset, en tu espejo, en tu refri. En algún lugar donde las veas a diario. ¡Repite, repite, repite!

Ya tienes tus afirmaciones, ya las ves diario al empezar y terminar tu día, ahora memorízalas, hazlas tuyas y repítelas todos los días. Hazlo en voz alta, con confianza, platicando contigo misma. Este es tu diálogo interno, te va a empoderar, a cambiar tu mindset y a incrementar tu confianza.

Cuanto más acostumbradas estás a pensar en negativo, más normal es sentir resistencia a la hora de repetir en voz alta nuestras afirmaciones. Aunque tu sistema de creencias se resista a abrazar estas afirmaciones y te desanimes, no dejes que tu intención se desvanezca; acuérdate que estas afirmaciones transforman tu mente, tu cerebro y tu vida.


No dejes de ver uno de los mejores discursos por Jeff Bezos. 



Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.